Bridges escribe sobre las hambrunas que sufren los canoeros
El 4 de julio de 1876

Bridges escribe sobre las hambrunas que sufren los canoeros

04/07/2017
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omas Bridges pregunta a varios nativos sobre los alimentos que habían consumido ese día, uno le responde “que había comido dos giyis (un pescado del tamaño de un arenque) y algo de sábisa (fresas de tierra, que no estarán maduras sino dentro de dos o tres semanas). Su esposa tenía la misma escasa porción, lo mismo que su hermano, sólo que un giyi en vez de dos. Otros sólo habían tenido sábisa y un trago de leche y decían que a menudo estaban con hambre y expresaron su sorpresa por la forma en que soportaban el hambre e insinuaron que nos hemos cuidado más contra los tiempos de hambre con el esfuerzo ordenado y la economía” (Los indios del último confín).
La situación límite por la que pasaban los canoeros se debía a la crisis de su sistema de supervivencia. Que había sido exitoso durante milenios, al encontrar en el archipiélago fueguino un lugar privilegiado para la obtención del sustento cotidiano con escaso esfuerzo. El origen de la decadencia estaba en la enorme depredación que los barcos europeos y norteamericanos habían realizado en las colonias de lobos marinos de las islas del Atlántico Sur y el entorno antártico, donde habían exterminado a millones de ejemplares.
La adaptación de los canoeros a la región austral se hizo sobre la ingesta de grasas aportada por los mamíferos marinos. “Los lobos de dos pelos estaban fuera del alcance de las canoas”, los nativos “no pudieron llegar a donde se reproducían. Para los cazadores era fantástico, porque pasaban peces, ballenas, lobos…, los recursos pasaban…”.
Cuando “llegaron los europeos, los canoeros tenían una demografía de veinte a cuarenta veces superior a la de la Patagonia y la Pampa”. La agonía del pueblo yámana se desató “antes que el europeo descubriera el Beagle, comenzó con la caza de lobos en toda la región. La industria requería del aceite de foca” y los cazadores, a partir de las grandes ganancias obtenidas por James Weddell, se volcaron a la zona austral. “En 1818/19 entraron 23 mil toneladas de aceite de lobos marinos, cientos de miles fueron masacrados, los mayores cazadores fueron de Estados Unidos. Ellos depredaron los lugares de procreación y eso impactó en los canoeros”, que fueron víctimas de la “competencia entre la supervivencia y los requerimientos de la industria. No hubo tiempo para nuevas opciones” (Declaraciones de Ernesto Piana en el documental “Isla de Fuegos”).

Autor : Bernardo Veksler
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