ste día, a partir de la fusión de las empresas José Menéndez y Braun y Blanchard se formaliza la creación de la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, que comienza a desarrollar actividades comerciales en la región y va cubriendo prácticamente todas las localidades patagónicas bajo la denominación de “La Anónima”.
Esta sociedad extendió sus redes por toda la región disponiendo de la gran capacidad de transporte de la compañía naviera de la sociedad, además de los puertos, frigoríficos, bancos, aseguradoras y astilleros que poseían. Los almacenes de ramos generales dejaron paso a los supermercados, que se extendieron a la gran mayoría de las ciudades patagónicas.
Esta corporación económica tuvo su origen en la ciudad de Punta Arenas a partir de vínculos matrimoniales y aprovechamiento de las oportunidades que se generaban en el extremo austral, sobre todo desde la adaptación del ganado ovino a la región y la ocupación de las tierras vírgenes de los pueblos originarios.
El precursor fue el portugués José Nogueira quien obtuvo una extensión enorme de tierras magallánicas. El casamiento con Sara Braun y su temprano fallecimiento habilitó a la familia Braun para el manejo de su fortuna. Por vía paralela, el asturiano José Menéndez acumulaba capital con los rescates de naufragios y la caza de anfibios. Cuando se abrieron las compuertas de la colonización agraria, ambas vertientes se sumaron al desenfreno por ocupar a cualquier costo las praderas magallánicas y fueguinas.
La hija de Menéndez, Josefina, se casó con Mauricio Braun y esta nueva integración familiar generó la posibilidad de hacer converger también los negocios. La fusión posibilitó el salto de calidad de las inversiones corporativas que crecieron exponencialmente.
El grupo económico en la tercera década del siglo XX decidió trasladar el centro de sus operaciones a Buenos Aires, donde el nuevo conglomerado familiar se convirtió en una de las más emblemáticas ramas de la denominada oligarquía ganadera argentina.
La familia Braun Menéndez además de participar activamente en el exterminio de los pueblos originarios, también tuvo protagonismo en distintas acciones represivas contra los trabajadores santacruceños y magallánicos que reclamaban por sus derechos a principios del siglo XX y, durante la última dictadura militar, en el astillero Astarsa de Tigre.
