ste día, un duro conflicto de los obreros petroleros de la zona de Comodoro Rivadavia deriva en una huelga general por tiempo indefinido. Los reclamos del colectivo sindical se centraban en el establecimiento de una jornada laboral de ocho horas y sustanciales aumentos de sus magros salarios.
Al ver el escaso avance que presentaban las negociaciones locales, el 31 de octubre, una delegación de los huelguistas se dirigió hacia la ciudad de Buenos Aires. Una vez en la capital, sostuvieron una reunión en el Ministerio de Agricultura, donde demostraron la justeza de sus “peticiones salariales gracias al apoyo de dos capitanes de marina observadores de la situación laboral en la mina petrolera” (Rodolfo Cananor. Cronología patagónica).
El conflicto perduró con total intensidad hasta el 18 de noviembre, cuando se reanudaron las actividades extractivas en la explotación chubutense, luego de haber logrado los trabajadores sus objetivos, tras haber cumplido 51 días de huelga.
La situación laboral en la Patagonia austral vivía entonces momentos convulsivos, todas las actividades tenían poco tiempo de historia y los trabajadores convocados soportaban condiciones de extrema rigurosidad que hacía más insoportable el desempeño laboral. La remuneración era insuficiente para sobrellevar una vida decorosa y los asalariados no contaban con leyes que los protejan.
La reacción de los trabajadores no se hizo esperar. La incipiente organización sindical comenzó a bregar por imponer convenios a las patronales que permitan mejorar las condiciones de vida.
Este clamor empalmó con un proceso similar que se estaba produciendo en la región magallánica. La presencia de las corrientes anarquistas coadyuvó a que esas demandas trascendieran y alcanzaran logros importantes para los trabajadores.
Los empresarios y estancieros de la región no eran propensos a acceder a esos reclamos, en los casos que los suscribieron lo hicieron a regañadientes. Se trataba de un sector social emergente que no soportaba que se le impusieran límites a su continuo crecimiento. Así fue que esta oleada de conflictos generó una reacción violenta que contó con el consentimiento de los gobernantes y concluyó con las ejecuciones sumarias de cientos de trabajadores, en el episodio histórico conocido como “La Patagonia Rebelde”.