ldquo;Los principales artículos de exportación son pieles de lobos marinos, de guanacos. De avestruces y plumas de avestruz. Estos objetos últimos son obtenidos mediante trueques de los indígenas, quienes en grupos de 100 -150 hombres, visitan a la Colonia dos o tres veces al año. Además las casas mayores en plaza equipan gente que va al interior para comerciar con los patagones” (Richard Pfütze. Revista Impactos N° 73), según indica un informe sobre la actividad portuaria de Punta Arenas, reflejando el proceso de integración de los nativos al desarrollo comercial que se gestaba en la región.
El informe dio cuenta del movimiento de barcos del año, hasta el 10 de octubre, indicando que habían recalado 42 vapores ingleses, 18 alemanes, 14 franceses, 2 norteamericanos y uno italiano. Además, habían arribado 24 veleros, “principalmente goletas que en su mayoría se dedican a la caza de lobos marinos en las costas de Tierra del Fuego y que venden sus pieles en Punta Arenas”.
Un párrafo del trabajo está dedicado a una incipiente actividad que pasará a tomar una importancia mayúscula en la región: “La crianza de animales y de ovejas tiene un auge cada vez mayor, y se han introducido aquí ovejas de las Islas Falkland”.
Otro rubro dinámico era la exportación de maderas, que estaba “adquiriendo dimensiones mayores y ya han zarpado varios veleros (300 -400 toneladas) con destino a Valparaíso y las islas Falkland. Tres aserraderos a vapor convierten la madera bella y resistente en tablas”.
También hubo una queja en relación a la actitud de los nativos, al imputárseles la destrucción de una baliza, porque “no lejos del lugar había sido vista una fogata alrededor de la cual se encontraban agrupados 20 fueguinos con sus familias”.
Uno de los problemas que reflejaba la actividad portuaria era el abastecimiento de agua potable, que era traída “mediante botes desde el Río de las Minas, situado en el noroeste de Punta Arenas, y además del Río Panteón o del Cementerio, situado al sureste de la ciudad. Este último es el preferido por los habitantes de Punta Arenas, primero porque se encuentra más cerca de la ciudad, y además porque el agua es mejor y no está mezclada con tanta arena, como el primero”. Allí, “los botes de los barcos pueden anclar en su inmediación para recoger agua mediante una manguera” (op. cit.).
