ste día, los selk´nam Ambrosio Menelike, de treinta y seis años, y Antonio Nana, de dieciséis, llegan a la choza que ocupaba el peón de origen chileno Pedro Godoy, quien cuidaba la hacienda yeguariza y vacuna de la estancia Irigoyen, solicitándoles permiso para pernoctar allí. Godoy acepta que se queden, comparten un trozo de carne en la cena y se van a dormir.
A las cuatro de la mañana, los nativos se despertaron y vieron que Godoy continuaba durmiendo, entonces Menelike, según consta en el expediente judicial, le dice en su idioma a Nana: “Agarrá el Winchester (que poseía el peón) y pegale un balazo a Godoy, y yo le voy a dar un rebencazo en la cabeza”; que dicho esto Antonio Nana tomó el arma que tenía once balas en la cámara y en posición de rodilla en tierra, a la distancia de un metro más o menos, disparó aquella sobre la tetilla izquierda de la víctima, quien se encontraba durmiendo boca arriba y dio al recibir la herida un grito de dolor rodando al suelo, en cuyo momento el declarante le asestó con todas sus fuerzas un golpe en la frente con el mango del rebenque” (Arnoldo Canclini. Indios, policías y agitadores).
Luego, arrastraron el cadáver hasta un claro del monte y lo enterraron parcialmente, dejando la cabeza y los pies descubiertos. Después regresaron a la choza y en una bolsa del extinto se llevaron “un par de calzoncillos, uno de medias, seis camisetas, algunas cucharas, un tenedor y dos platos de loza, haciendo lo mismo con un par de botas, un sombrero y una olla, también se llevaron la montura de la víctima (…) la bolsa de ropa y la olla la llevaron a la Laguna Pescado; el sombrero y las botas los perdieron en el camino”.
Al ser detenidos, los nativos sostuvieron que el móvil del crimen fue que la víctima “los amenazó diciéndoles que si andaban robándole otra vez en el rancho, les iba a pegar unos planazos con un cuchillo que sacó de la cintura”.
Fueron llevados a la comisaría de Río Grande y, al derivarse la causa judicial a Río Gallegos, fueron trasladados a la cárcel de esa ciudad.
El proceso se mantuvo activo hasta agosto de 1928, cuando el juez fue informado que Menelike había sido trasladado al porteño hospital Muñiz afectado de varicela, donde falleció. Sobre Nana se desconoce si cumplió alguna condena y que procedimiento se llevó a cabo para transformarlo “en un elemento útil para la sociedad”, como aconsejó el fiscal.
