Se considera un acto criminal tirar basuras en una laguna
El 22 de enero de 1898

Se considera un acto criminal tirar basuras en una laguna

22/01/2018
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n cartel colocado por la Subprefectura de Puerto Madryn reproduce un edicto, fechado este día, que advierte a los vecinos de la localidad: “Queda terminantemente prohibido arrojar basuras de ninguna clase, tachos, agua sucia ni objetos en la laguna que dicho señor Derbes posee a los fondos de las casas de la Compañía del Ferrocarril Central del Chubut.
A cualquiera que contraviniere esta disposición se le obligará a extraer lo que hubiera arrojado, y se le pedirán daños y perjuicios, a más de las acciones criminales a que se hiciese acreedor por la descomposición de un artículo de primera necesidad, cual es el agua, que pudiera ocasionar en perjuicio de la salud del público” (Roberto J. Payró. La Australia argentina).
La laguna a la que se refería el cartel estaba ubicada en tierras del ferrocarril, en los suburbios de la aldea, y se alimentaba fundamentalmente de las lluvias; pero, cuando estas no se producían o las temperaturas alcanzaban elevadas marcas, el agua se evaporaba, facilitado por la permeabilidad del terreno, y la laguna se secaba.
Esta prohibición puede ser considerada como una de las primeras normas protectoras del medio ambiente establecidas en la región patagónica. Aunque la verdadera razón de la medida fue la angustiante escasez de  agua potable que afectaba a los primeros pobladores de Puerto Madryn. Tan grave era la situación que Payró reprodujo otro cartel, que estaba puesto a la salida del caserío, advirtiendo en castellano, inglés, francés, portugués, alemán e italiano que “De aquí hasta Chubut hay 51 millas (82 km.) sin agua”.
Los vecinos debían procurarse el vital líquido acumulando en recipientes de las escasas precipitaciones o aguardando el aprovisionamiento de agua que aportaba cada arribo del tren proveniente de Trelew, a un valor de “diez pesos moneda nacional la tonelada (…) Pero el tren no va al puerto sino cada quince o veinte días, y hay que economizar el agua como si fuera oro en pano. Y aún así, los vecinos de la playa dependen de la buena voluntad de los señores del ferrocarril Central del Chubut, que tal es su nombre, y muchas veces tienen que ponerse a ración para no quedarse sin tener qué beber” (op.cit.).
Esas limitaciones condicionaban hasta las comidas cotidianas como hacer un café o cocinar un puchero, y en muchas ocasiones se optaba por comer carne asada para no tener que consumir agua.

Autor : Bernardo Veksler
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