Gardiner escribe la última anotación en su diario personal
El 6 de septiembre de 1851

Gardiner escribe la última anotación en su diario personal

06/09/2018
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ldquo;Grande y generoso es el amor y la amabilidad de nuestro agraciado Dios conmigo. Él me ha preservado hasta ahora, y por cuatro días, a pesar de estar sin comida para el cuerpo, sin ninguna sensación de hambre o sed”, escribe, este día, Allen Gardiner la última anotación en su diario personal.
Un mes más tarde, el diario fue encontrado junto al cadáver del anglicano, cuando el comisionado Smyley llegó a Puerto Español, gracias a las indicaciones que habían dejado escritas los náufragos en una roca. Smyley había salido de las islas Malvinas en la búsqueda de Gardiner y su gente, de la que se carecía de noticias.
Gardiner había zarpado de Inglaterra en septiembre de 1850. La expedición, que se componía de dos embarcaciones, se proponía iniciar una campaña de catequización entre los canoeros.
“En principio él pretendía que la Misión estuviera a flote en sus embarcaciones y no en tierra, pero los dos lanchones de ocho metros de eslora por tres metros de manga, no resultaron ser adecuados para llevar esto a cabo. Además cometieron el error fatal para ellos, de olvidar la pólvora de sus armas en la nave mayor. No pudieron prodigarse bien de alimentos ni de caza y no supieron cómo establecer contacto ni mantenerse a salvo del natural acercamiento de los yaganes. Frente a estas dificultades decidieron ir a refugiarse hasta Puerto Español, en la costa norte del canal Beagle, sobre la Isla Grande de Tierra del Fuego. Allí, a pesar de la aparente seguridad en relación a los indígenas, el lugar rápidamente demostró no ser una buena bahía, lo que llevó a encallar a una de las embarcaciones. Conformaron entonces un refugio con el bote, una especie de habitación en tierra” (La Casa Stirling. Misiones anglicanas entre los yaganes de Tierra del Fuego).
En Puerto Banner dejaron una señal de auxilio. En una roca, visible para los barcos que pudieran navegar por el Beagle. Allí, escribieron: “Cabe abajo, vaya a Puerto Español. Marzo 1851”. En botellas estaban los detalles de su ubicación y de su situación: “Tenemos enfermos abordo; nuestras provisiones se acaban; si no nos rescatan pronto moriremos de hambre”. Informaban que permanecerían esperando “que una embarcación venga en nuestra ayuda”.
La espera fue infructuosa y los expedicionarios anglicanos fueron pereciendo por efecto de las enfermedades, el frío y el hambre.

Autor : Bernardo Veksler
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