n una carta, fechada este día, se describen los extremos sufrimientos que diezmaron a la expedición comandada por Simón de Alcazaba: “la nao capitana se había perdido en el costa, y la otra aportó a este puerto, y que de doscientos y ochenta hombres que habían ido en la armada, no volvieron más de ochenta… aquí quedan muchos de los que vinieron en esta nao presos por delitos y cosas feas que han hecho” (Jorge A. Taiana. La gran aventura del Atlántico Sur). La carta fue escrita en Santo Domingo.
Alcazaba había sido nombrado gobernador de la porción más austral del continente americano y se proponía establecer sus dominios en la zona, que había sido bautizada Nuevo León. “Las dos carabelas de la armada (…) fracasaron en el intento de ocupar Nueva León y de cruzar el Estrecho, pero sus hombres merecen recordarse como los primeros que incursionaron profundamente en la vasta extensión patagónica. Desde la costa alcanzaron los tramos superiores del río Chubut”.
“Las naos recorren el tramo oriental del Estrecho y observan las montañas nevadas de la isla Grande de Tierra del Fuego” Al cobijarse de una tormenta y de vientos tempestuosos en una bahía antes del estrecho, un grupo de expedicionarios avanzó hacia el interior, pero al poco de andar comenzaron contratiempos, desavenencias y motines.
El comandante se había granjeado la enemistad de su tropa. “Exigente, autoritario, lleno de fantasías, Alcazaba despertaba enconos y odios” haciendo que la cadena de mandos estallara. “Desde ese instante los sublevados, algunos con arcabuces y ballestas, divididos en grupos de verdaderos facinerosos, volvieron a la costa de un modo totalmente desorganizado. Uno o dos días antes que llegaran las bandas de amotinados. Don Simón fue muerto a puñaladas mientras dormía en una cámara (…) su cuerpo fue arrojado al mar. También mataron al piloto y a un infeliz criado del gobernador”.
Los sobrevivientes se marcharon en las naves y alcanzaron la costa de Brasil. Allí perdieron uno de los barcos. “Los ciento cincuenta náufragos reunidos en la playa murieron casi todos por el ataque de los indios”. Sólo una veintena pudo fugarse en una chalupa. Allí encontraron el auxilio de cinco portugueses, uno de ellos “convertido en cacique de un importante grupo de indios. La otra carabela pudo llegar con su famélica tripulación hasta la isla Española.
