ldquo;Hasta octubre 23/1891 ha sido llevada esta libreta por (…) Máximo Popper y continuada por mí ocho años después en marzo 22/1899 al hacerme cargo de la Administración del ya derruido establecimiento minero llamado El Páramo (…) el que yo he considerado el verdadero pionero que dejó tendidas las líneas para los que vinieron después”, escribe Pedro F. Reyes, funcionario policial que asume la dirección del establecimiento fundado por Julio Popper. Los registros constan en la libreta diaria que había iniciado su hermano Máximo, fallecido en 1891, afectado de tuberculosis (Boleslao Lewin. Revista Karukinka N° 21-22).
En el momento de la asunción de Reyes el establecimiento estaba en ruinas, asolado por depredadores que se apropiaban de objetos de valor abandonados. Julio Popper había fallecido en junio de 1893 y el emprendimiento quedó a la deriva.
Una descripción hecha por el rumano, daba cuenta de cómo estaban compuestas sus instalaciones: "una casa con habitaciones para el personal directivo, con tienda y almacén para depósito, de un espacioso galpón con ochenta cuchetas para peones, y una habitación para capataces; de una cocina con horno de pan, de un galpón taller que abriga las calderas, motores a vapor, fragua, torno, banco y otros accesorios de trabajo. Frente a ese galpón hay un pozo en que se encuentra colocada una bomba centrífuga y un pulsómetro, que comunica con las aguas de las bajas mareas, por un túnel perforado a siete metros bajo el nivel de las crecientes. Al lado, un estanque elevado distribuye sus aguas en cuatro grandes aparatos con placas y rifles de amalgamación, que constituyen el lavadero de oro. Al Norte, y haciendo frente a las casas, un corral completamente construido de rieles de hierro, encierra de noche los caballos, mulas y bueyes del establecimiento. Arriba, en la casa principal, una pequeña torre, con sus troneras a los cuatro puntos cardinales, y bordeando la playa, sigue hasta el sud una línea de rieles Decauville, mientras que al oeste se une una larga zona perpendicular a las playas del Atlántico y de la Bahía, que comunica con una excavación simétrica... ".
También existía un cementerio con sepulcros “sin inscripciones ni lápidas reconocibles” por el paso del tiempo. En una placa constaba el fallecimiento del austríaco Nicolás Marcucich. Allí también fue sepultado Máximo Popper (op.cit.).
