Infanticidio propicia una estafa y el crimen de un estanciero
EL 18 DE DICIEMBRE DE 1903

Infanticidio propicia una estafa y el crimen de un estanciero

18/12/2018
E

ste día, se difunde la noticia del crimen de un niño por parte de su padre. “Denuncian desde Choele Choel haberse producido un infanticidio en aquella localidad. Ha sido detenido como presunto autor de ese crimen repugnante, el padre de la víctima, el vecino Remigio Bizzanelli. Se dice que el cadáver presenta equimosis en el cuello, que da lugar a sospechar el crimen y hay vehementes indicios en contra del acusado. Para el mejor esclarecimiento del suceso, se tropieza con la dificultad de la falta de médico para la autopsia” (Diario La Prensa, 18/12/1903).
Bizzanelli se encontraba detenido desde el 11 de diciembre. Su socio, Manuel de la Cruz Astete, vio la oportunidad y comenzó a arrear “todo el ganado, el propio, el que tenía en sociedad y el ajeno de todo pelaje, a un campo de veranada a los pies de la cordillera. De pasarlo a Chile, sería la óptima oportunidad que siempre había soñado. Para ese operativo necesitaba ventas simuladas y conseguir guías rurales apócrifas”. Y comenzó a hacer las gestiones para obtener la documentación que necesitaba para consumar la estafa (Francisco N. Juárez. La bandolera inglesa en la Patagonia).
Astete no pudo concluir el operativo, sus planes chocaron con los de su propia esposa, la inglesa Elena Greenhill, quien en complicidad con el peón Manuel Zalazar, con un frondoso prontuario en Chile y que tenía una rivalidad manifiesta con Astete, en el algún punto del arreo lo ultimaron e hicieron desaparecer el cadáver.
Se tuvo conocimiento que Zalazar regresó a la estancia de Corral de Piedra, tomó una tropilla de caballos y raudamente desapareció del lugar.
“Lo que siguió fue pura incertidumbre, porque muchas semanas después, cuando algunos creían que la desaparición de Astete se debía a un crimen alevoso, otros se convencían del tardío rumor que aseguraba haber sido visto en Chile”.
Elena Greenhill actuó como una esposa abandonada, “Pero  quienes recelaban de ella la creían simuladora falaz y comprometida con explicaciones que sonaban contradictorias” (op.cit.). La desaparición de su marido la convirtió en una presunta viuda bajo sospecha.
La relación clandestina que sostenía Elena con el juez de Paz Martín Coria, contribuyó a esfumar las imputaciones. Pronto, se trasladó a otro campo en Chubut y continuó una temeraria carrera delictiva, adquiriendo fama como “la bandolera inglesa”.

Autor : Bernardo Veksler
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