Nativos describen a españoles una ciudad construida en oro
EL 2 DE ENERO DE 1774

Nativos describen a españoles una ciudad construida en oro

02/01/2019
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ude escuchar “noticias adquiridas sobre una ciudad grande de españoles, que hay entre los indios, al sur de Valdivia, e incógnita hasta el presente”, escribe, alrededor de esta fecha, Ignacio Penuer, sobre las informaciones que pudo obtener de nativos patagónicos. Este texto alimentó, en lo sucesivo, las obsesivas búsquedas de europeos de la denominada “Ciudad de los Césares” o “Ciudad Encantada” de la Patagonia.
Probablemente, estos relatos de los nativos respondieron a la desesperada búsqueda que emprendían los aventureros, en pos de encontrar una ciudad acorde a sus sueños de enriquecimiento. Así, se convirtió en un mito que nutrió la imaginación de decenas de aventureros y de escritores que, a partir de esas leyendas, dieron rienda suelta a su imaginación.     
“Antes de matarlos, logramos arrancarles a los indios la noticia de que en alguna parte del país existía una ciudad construida toda de oro, plata y piedras preciosas (si bien, en los suburbios, de mero mármol) donde obviamente no era necesario trabajar para hacerse rico: bastaba extender la mano” (Pedro Luis Barcia. Prólogo de “La Ciudad Encantada de la Patagonia” de Ernesto Morales).
En esa búsqueda, “no pocas veces creímos ver en el horizonte sus áureas torres, sus murallas argénteas, los jardines cuajados de pedrería. Escuchamos un rumor de fiesta, música de danzas. Percibimos los aromas que exhalaban los manjares del infinito festín. Está bien. Resultaron espejismos de nuestra imaginación recalentada por el insomnio. Pero esas visiones nos ayudaron a familiarizarnos con la ciudad y entretuvieron la monotonía de la espera”.
No obstante los infructuosos esfuerzos realizados, los pretendidos conquistadores se vieron reafirmados por el envío de “emisarios que jamás volvieron”. Los continuos fracasos comenzaron a hacer surgir especulaciones de “que la ciudad era invisible” o que “era una patraña de los vengativos indígenas”. Pero, “nadie dio créditos a esos derrotistas, a esos asesinos de la vocación de grandeza, y la búsqueda de la ciudad continuó. Continúa todavía hoy” (op.cit.).   
Por lo visto, esta obsesión motorizó cientos de voluntades y sus consiguientes fracasos. A estas fabulosas ciudades se sumaron otras leyendas similares en el resto de América. En “el Paraguay con nombre de Paititi, en el Perú con nombre de Mojos” y en otras regiones bajo la denominación de “el Dorado”.

Autor : Bernardo Veksler
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