Llega el primer gobernador británico de las islas Malvinas
EL 15 DE ENERO DE 1842

Llega el primer gobernador británico de las islas Malvinas

Este día, arriba a las islas Malvinas “el teniente Richard C. Moody, quien sería el primer gobernador británico de las islas. Venía acompañado de varios zapadores y mineros con sus familias” (Marcelo Beccaceci. Gauchos de Malvinas).
15/01/2019
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ara el momento de la asunción, la población isleña registraba “sesenta y dos adultos y diez niños. Figuran como “guachos” (gauchos) el capataz Andrez Pitaluga (Gibraltar) y Henry Mitchell (Inglaterra), y como sus “asistentes”, John Scully (Irlanda) y Louis Despraise (Francia). Aparecen tres argentinas: Carmelita y Gregoria (figura Sudamérica como lugar de origen de ambas) y Antonina (“Buenos Aires”). Esta última ya era dueña de 6 perros, 17 vacas, 6 terneros, 6 gallinas y una cabaña de piedra de dos habitaciones”.
Desde el año anterior había comenzado un proceso de regularización de la población, exigiendo “a los pocos habitantes argentinos que quedaban en la isla a prestar juramento a la Corona inglesa. La primera fue la “gaucha” Antonina Roxa, a quien se seguía considerando imprescindible según las autoridades británicas”.  
Durante la gestión de Moody aumentaron “las importaciones de ovinos, especialmente del río Negro y de Carmen de Patagones”. Un año antes, comenzó “a encararse la cría de ovejas de pedigrí, con la llegada de un pequeño rebaño de 12 animales donados por el estanciero irlandés Peter Sheridan, afincado en Ranchos, provincia de Buenos Aires”. La exitosa adaptación de esos animales abrió las puertas de la ganadería ovina a gran escala, que desbordó las costas malvineras y abarcó a toda la Patagonia.
Pitaluga, al frente de un grupo de trabajadores, se dedicaba a construir “casas y corrales de piedra al tiempo que cobraba veinte dólares de plata por mes”. Por cada cabeza de ganado que llevaba al asentamiento recibía dos dólares, sea vacuno o equino.  
Moody, en enero de 1843, con el objetivo de incrementar la actividad ganadera, “ordenó contratar más gauchos en Montevideo”, sumando una decena de trabajadores, que arribaron a la isla en marzo. La mayoría de ellos se dedicó a capturar el ganado salvaje que existía de manera abundante. Además del sueldo de veinticinco dólares, “se ofrecían raciones gratuitas de carne fresca, galleta, harina, yerba y tabaco. Todos los contratos tenían vigencia por un año y con pasaje de regreso gratis al Río de la Plata” (op.cit.).

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