ste día, Ramón Lista elabora un informe, dirigido al ministro de Guerra y Marina general Eduardo Racedo, donde detalla su exploración de Tierra del Fuego. El informe titulado “Los resultados científicos”, se divide en tres capítulos: “Aspecto general de la isla”, “Clima, flora y fauna” y “El ona y sus caracteres antropológicos”. La única mención a las matanzas de nativos es hecha al elogiar la participación del capitán José Marzano que “ha cumplido con su deber, habiéndose hecho acreedor a su ascenso inmediato (…) por el valor, acierto y dotes militares que desplegó en el combate que fue necesario librar con los indios onas en la Bahía San Sebastián” (Ramón Lista. Obras. Tomo 2).
En el primer ítem, destaca la belleza fueguina: “tiene algo de Suiza, y si está muy lejos de ser un Edén o un Dorado, no por ello es menos rica y fértil (…) posee filones de cobre y desmenuzante lignita, bajo cuyos mantos solevantados, tal vez se encuentre (…) combustible hullero”. Luego, revela su potencialidad agropecuaria: “en sus densas y exuberantes florestas, la Tierra del Fuego se presenta al espíritu como una revelación de futura riqueza pastoril, como un “oasis” en medio de las escuetas y resquebrajadas esquistas de la América magallánica”.
Considera benigno al clima: “se puede demostrar que hace más frío en la Patagonia austral en el valle de Santa Cruz, por ejemplo, que en la zona oriental de la isla”. Auspicia potencialidades agrícolas, al comparar con el “alto valle del Chubut”, donde “se cultiva el trigo y otros cereales”.
Su temática antropológica comienza con los canoeros: “sobre el canal del Beagle y sobre la Zonda del Almirantazgo habitan, diseminados en familias, los yaganes y alacalufes, que se diferencian notablemente de los onas, pudiendo decirse que no existe entre ellos ninguna semejanza étnica, siendo más bien aquellos próximos parientes de los chonos, como estos quizás lo sean de los polinesios”.
Sobre los selk´nam, desarrolla sus similitudes con los tehuelches, partiendo de sus rasgos físicos y ejemplificando sobre las coincidencias lingüísticas: “Unos y otros salvajes llaman ótel a los ojos, yeper a la carne, corrge al jefe o cacique, yegogua al amigo, carken a la mujer indígena y kau al toldo o choza. En tehuelche, la boca es shaman, los onas dicen shai, y al cangrejo lo llaman kúmal, estos designan con la voz kámel” (op.cit.).
