ste día, la nao “San Gabriel” llega a Bayona de Galicia, regresando a España luego de un accidentado viaje, habiendo abandonado a su capitán Rodrigo de Acuña en tierras americanas.
El navío fue parte de la expedición comandada por Fray García Jofre de Loaiza, integrada por “seis naos y un galeón”, que partió de La Coruña el 24 de julio de 1525. El destino de la misión eran las islas Molucas, pero al llegar al estrecho comenzaron a sufrir percances que fueron disgregando la escuadra. Estas dificultades generaron “discordias y desavenencias” que “condujeron al arresto del Capitán D. Rodrigo de Acuña” (Jorge A. Taiana. La gran aventura del Atlántico Sur).
Al retomar el mando, Acuña intentó convencer a los capitanes de otras naves para desertar, pero, al no tener éxito, decidió partir hacia el norte.
En la costa atlántica subió a bordo a varios españoles que desde la costa pedían auxilio. “Las pocas y anteriores exploraciones náuticas del nuevo continente habían dejado, entre desterrados y perdidos, un puñado de europeos nómades, merodeadores de las riberas del mar. Los tripulantes de la San Gabriel encontraron a dos de los once extraviados del viaje de Juan Díaz de Solís”. Por el contrario, algunos marineros de la nave escaparon hacia el interior patagónico.
En Brasil, al detenerse a cargar “el famoso pau-brasil, perdió diez hombres por las flechas de los indios y encontró un cristiano abandonado quince años antes por la expedición de Diego García”.
Al ser cercados por tres galeones franceses, el capitán se dirigió a parlamentar con ellos. Pero, mientras negociaba, los galos comenzaron a disparar sus cañones y averiaron seriamente a la “San Gabriel”. A pesar del deterioro, los tripulantes decidieron huir y buscar un refugio, abandonando a Acuña.
Los franceses dejaron al capitán y un puñado de marineros en la costa. El grupo fue luego apresado por los portugueses y llevado a Pernambuco, donde permanecieron un par de años intentando convencerlos de que no habían encontrado oro en el río de la Plata.
En tanto, en Cabo Frío, tras dos meses de trabajos, pudieron restaurar la nao y “pusieron proa a la península ibérica en malísimas condiciones de navegabilidad”. Al puerto gallego la “San Gabriel” llegó “sin capitán y con sólo 27 personas y 22 indios y no teniendo viscocho para mas de cinco o seis días y tres botas de vino” (op.cit.).
