Explorador francés se salva de un puma, lo caza y se lo come
EL 29 DE MAYO DE 1856

Explorador francés se salva de un puma, lo caza y se lo come

29/05/2019
E

l francés Auguste Guinnard y un italiano deambulaban en busca de comida, después de varios días de carencias. “La primera tentativa había sido infructuosa, y ya volvía yo desesperanzado, cuando oí detrás de mí un ruido que me hizo volver la cabeza, y vi un puma que estaba acechando mis pasos (…) su primera vista me hizo estremecer; mi segundo movimiento fue apuntarle y hacer fuego, y tuve la suerte de herirlo en medio del pecho. La herida lo puso furioso y se arrastró hacia mí; pero afortunadamente le faltaron las fuerzas y me fue fácil acabarlo de matar con mi puñal” (Auguste M. Guinnard. Tres años de cautividad entre los patagones).
Pocos “instantes después, acurrucados junto a una hoguera en cuya llama calentábamos (…) los trozos del puma, devorábamos juntos esta carne grasienta y muy correosa, que nos parecía sabrosísima”.
En búsqueda de fortuna, habían traspasado la frontera de la Confederación Argentina, sufriendo todo tipo de percances. El primero, fue la inundación de la cueva donde habían decidido pernoctar. La crecida, en medio de la madrugada, los obligó a salvarse casi con lo puesto y las armas de fuego, algo vital para sobrevivir en ese medio hostil.
“Pero estaba escrito que nos habían de afligir todas las desgracias y que habíamos de sobrellevar en vano las terribles pruebas precedentes; otra más cruel aun nos estaba reservada. Nuestra brújula (…) se había desarreglado en las aguas del río donde estuvimos a punto de perecer, y desde entonces, por una extraña fatalidad, no la habíamos consultado y era demasiado tarde para remediar el mal. Nos era imposible no reconocer, solo con examinar nuestro itinerario, que nos habíamos equivocado el camino, y que en lugar de ir costeando el territorio indio, nos habíamos metido completamente dentro de él”.
A pesar de los cuidados que tuvieron y del intento de salir lo más pronto posible de esa zona, al cabo de tres días, acosados por un temporal, volvieron a verse afligidos por el hambre. Al salir en busca de alguna presa, “de improviso salieron los indios, de todas las ondulaciones del terreno, y llenos de feroz alegría, dando gritos guturales y blandiendo sus lanzas, sus bolas y sus lazos, nos rodearon por todas partes (…) miramos la muerte cara a cara” (op.cit.).
El italiano pereció en su inútil intento de defensa y Guinnard, malherido, permaneció cautivo durante tres años.

Autor : Bernardo Veksler
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