n un informe fechado este día, el director del Presidio, Catello Muratgia, se dirige al ministro de Justicia de la Nación, quejándose por la escasez de personal y la consiguiente inseguridad.
“Toda la fuerza existente en Ushuaia y repartida entre el Presidio y Cárcel de Reincidentes y el Presidio Militar que está a una legua de distancia, más o menos, del primero, suma 49 hombres, de los cuales 20 son enviados a prestar servicio bajo mis órdenes, disponiendo una orden del Ministerio que la fuerza debe constar de 70 hombres, de los cuales anteriormente se enviaban 35 al presidio a mi mando”.
Luego, continúa Muratgia: “Resulta de esto, que el jefe del cuerpo, que envía la fuerza a Ushuaia, al efectuar el cambio, va disminuyendo el número de soldados, para guardar mayor número de hombres en la sede del regimiento, en Gallegos. Y esta Dirección se ve imposibilitada de ordenar un servicio de seguridad de acuerdo con las necesidades (…) El objetivo era obtener de parte del Ministerio la creación de un destacamento de guardias cárceles armados, directamente bajo su jurisdicción, a fin de asegurar ‘el orden y la buena administración penitenciaria’” (Silvana M. Cecarelli. El Penal Fueguino).
Por esta razón, se fue incorporando personal no capacitado, atraído por la escasa oferta laboral existente. Como consecuencia de ello, “aparecen involucrados miembros del sistema carcelario en robos, peleas muchas veces generadas por hallarse en estado de ebriedad e incluso insubordinación a la autoridad”.
Esta preocupación de Muratgia reflejaba el aumento incesante de la población carcelaria que agudizaba los problemas de seguridad.
“Al comenzar el siglo, el penal tiene setenta penados y tres menores”. El Primer Censo Carcelario de 1906 arroja estas cifras: “Presidio, 94; Trabajos forzados, 3; Penitenciaría, 17; Prisión, 21; Arresto, 20; Total, 155” (J. Carlos García Basalo. Ushuaia 1884-1984).
No sólo se trataba de un problema del número de reclusos, sino que “criminológicamente, se torna más compleja y difícil”. A los reincidentes, que fueron los primeros internos del Presidio, se incorporaron luego los trasladados de la Penitenciaria Nacional, los condenados peligrosos de las provincias que no contaban con establecimiento penitenciarios y los presos políticos y sociales. También, la fusión del Presidio Militar aportó su número de penados al Presidio de Ushuaia.
