n la edición de este día, el diario “La Prensa Austral” de Punta Arenas publica una “Carta al Editor” titulada “Las enfermedades de los blancos fueron las verdaderas asesinas de los indígenas”, enviada por el historiador chileno Mateo Martinic, donde minimiza las matanzas consumadas contra los selk´nam.
“Lo primero que debe aclararse es que la afirmación” sobre “el exterminio organizado, (…) dándose a entender como algo planeado y ejecutado sistemáticamente, carece absolutamente de sustento histórico” (Citado por Alberto Harambour R. Partes del exterminio. Revista La Roca N°4).
Luego, reafirma: “Nada hay, reitero, en las fuentes que informan sobre la extinción de los indígenas que permita pensar de tal forma. Me remito especialmente, para el caso, a lo investigado y publicado por diferentes autores y por mí desde unos treinta años atrás hasta el presente (…) Si bien hemos convenido y convenimos en que puede escribirse y hablarse sobre el genocidio de esta etnia, en tanto cuanto al concepto significa una disminución rápida de la población hasta su extinción, pero no lo hemos aceptado ni aceptamos cuando se le utiliza para dar cuenta de lo que se presenta como la consecuencia deseada de un propósito organizado”.
Martinic publicó esta postura al discrepar con la campaña iniciada por catedráticos, periodistas y personalidades por el reconocimiento del genocidio selk´nam, que estaba logrando numerosos apoyos.
Harambour, profesor asociado de la Universidad Austral de Chile, en su artículo, se limita a citar los diversos testimonios existentes de las matanzas ejecutadas en Tierra del Fuego. Entre ellos, los protagonizados por Alexander Mac Lennan, Sam Hyslop y McDonnald.
Uno de esos sangrientos hechos ocurrió cuando los nativos se dirigían hacia la costa en busca de cetáceos. Mac Lennan se puso a la cabeza “armado de rifles de repetición y seguido por un grupo de jinetes blancos”. Se ocultaron y al verlos, comenzaron a disparar a mansalva. Mac Lennan confesó que habían matado a catorce, según lo relatado por Lucas Bridges. Estas escenas se repitieron por todo el norte de la isla.
Un genocidio contempla las matanzas, pero también el cambio drástico de las condiciones de vida forzadas por el desplazamiento al que fue sometido un pueblo. Las enfermedades contagiadas, lejos de disculpar a los forasteros, son parte de ese dominio ejercido por el conquistador.
