ste día, se publica un informe, en el Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, elaborado por Telmo José Suárez, que desnuda la metodología utilizada por los estancieros fueguinos para apropiarse de nuevas tierras.
En ese texto constaba que la compañía Sara Braun tenía diversos hombres como solicitantes y adjudicatarios de tierras, con el propósito de traspasarlas a esa empresa a mediano plazo.
El informe sacó a la luz la actuación de testaferros de los grandes terratenientes: “Los lotes 5, 6, 7 y 8 fueron adjudicados a Raúl Becco, “domiciliado en Buenos Aires” quien “jamás fue a Tierra del Fuego (...) de una superficie de 10.000 hectáreas, muy buen campo (...) Hechos similares ocurrieron con los lotes 60 (a nombre de Eduardo Schmidt, con domicilio en Buenos Aires. “Sólo va a Tierra del Fuego en verano y cuando hay posibilidades de que vayan inspectores de tierras a aquellas regiones. Es testaferro de la compañía Sara Braun”), 69 (Bernardo Weisman, cuñado de Schmidt. Cita el informe que “el arraigado vecino Mariano Kovacich” aportó documentación probatoria), 62 (Esteban Piñeiro, reside en Punta Arenas. También testaferro de Sara Braun), 59, (Mateo Carevich, nunca vivió ni se radicó en el territorio. Transfirió sus derechos a Sara Braun), 64 (Bartolomé Solari, nunca viajó a Tierra del Fuego. El predio era explotado por Sara Braun), 77 (Santiago Aguirrezabala lo arrendó y luego se lo adjudicaron a un doctor Arana, que es testaferro de José Montes), 94 (Belarmino Vázquez, yerno de Montes, radicado en Punta Arenas), 47, 51, 52 y 53 (Eduardo Birabén negoció las tierras con Bridges y Reynolds a cambio de 12 mil pesos), entre otros”.
Cuatro años antes, Suárez había propiciado una reforma agraria que tomaba como punto de partida la prédica radical de producir un profundo cambio en el régimen de tenencia de la tierra. Pero, el saldo de esa iniciativa fue la utilización de testaferros, por parte de los grandes estancieros, como modalidad para acumular grandes extensiones del campo fueguino. Es decir, que utilizaron un intento de redistribuir la tierra para concentrar más aún sus propiedades, gracias a la red de complicidades que les brindaba su creciente poderío.
Con el golpe militar de 1930, la apropiación irregular denunciada quedó en el olvido y se legalizó la tenencia de esos predios adquiridos de manera non sancta.
