Un fallo con eje en los supuestos autores y pocas referencias a sus motivaciones
El crimen de la abuela en Río Grande

Un fallo con eje en los supuestos autores y pocas referencias a sus motivaciones

El juez Daniel Cesari Hernández dio por demostrado que los tres hombres procesados por el homicidio (entre ellos un menor de 17 años) estuvieron en la escena del crimen. También fundamentó por qué otras dos mujeres fueron alcanzadas por una falta de mérito. La resolución casi no aborda las motivaciones que habrían tenido los atacantes, que al parecer se vinculan con la custodia de una bebé de poco tiempo de vida.
24/09/2019
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a resolución de 49 páginas por la que el juez de instrucción 1 de Río Grande, Daniel Cesari Hernández, procesó a tres hombres por el homicidio de Gladys Beatriz Moledo, la mujer apuñalada en presencia de su nieto de 2 años, casi no aborda las razones por las que los supuestos autores habrían perpetrado el crimen.
Esta circunstancia llama la atención porque el llamado “móvil” suele encabezar la hipótesis que los magistrados desarrollan en sus fallos a la hora de reconstruir un episodio criminal.
Cesari Hernández documenta las distintas pruebas que vinculan a los tres hombres procesados por el homicidio, y explica por qué otras dos mujeres fueron alcanzadas por una “falta de mérito” (una resolución intermedia que nos las desvincula del caso) aunque no se explaya sobre la trama que habría llevado a estas personas a cometer semejante asesinato de manera premeditada.
De las dos declaraciones indagatorias prestadas por las mujeres (porque los hombres se negaron a declarar) y las diferentes testimoniales, surge que Moledo, de 54 años, mantenía discusiones con Oriana Milagros González, su hijastra de 18 años, porque la joven había entregado a su hija recién nacida a una familia de conocidos (son los tíos de su mejor amiga) integrada por Gastón Eduardo Blanco, de 35 años, apodado “gato”, su pareja Jesica Romina Gómez, de 34 años y un hijo de ambos (L.D.B) de 17 años.
Moledo había iniciado acciones legales ante la justicia de familia para quedarse con la guarda de su nieto entregado irregularmente a terceros (en lo que sería una adopción ilegal) y al parecer, ello generó el enojo de “los Blanco” (como los identifican en el expediente) quienes habría reaccionado hasta el punto de planificar el homicidio de la abuela.
En la historia aparece también Juan Ramón Gómez, de 35 años, el hermano de Jésica, quien se supone que en solidaridad con su pariente también habría participado del plan criminal.
Sin embargo, el juez no abunda ni siquiera por la vía de la hipótesis, en cómo se habrían desarrollado los acontecimientos que motivaron el trágico desenlace que conmocionó a Río Grande por sus características y porque involucra a criaturas de corta edad.

Los “autores”

Cesari Hernández sí dio por demostrado que el pasado 9 de septiembre, Gastón Blanco, su hijo de 17 años y Juan Gómez (hermano de su mujer) “mediando previo acuerdo y división de tareas, de modo premeditado y planificado”, se dirigieron a pie al menos desde la intersección de las calles Giachino con Monte Independencia, hasta el domicilio de Moledo. Gastón Blanco y Gómez llevaban capuchas “para ocultar su identidad” y el menor una gorra con visera.
La víctima estaba sola, y los atacantes “o bien lograron que les abrieran o bien utilizaron una llave de la vivienda” para entrar.
Después la golpearon presumiblemente con las manos (golpe de puño) y “aprovechando el estado de indefensión, la atacaron, la dominaron con estrangulamiento (usando un pañuelo) y le dieron muerte con al menos un elemento punzocortante provocándole nueve lesiones (dos de ellas en el cuello), para luego retirarse del lugar, previo a apoderarse de los celulares de la víctima y de las llaves del domicilio, con las que cerraron la puerta”, indica la resolución judicial.
El magistrado, que ni siquiera menciona al niño de dos años que estaba en el lugar, concluye que los homicidas huyeron a pie por los fondos del terreno.

Cúmulo de pruebas

Para demostrar que los tres procesados estuvieron en la escena del crimen, el juez utiliza un cúmulo de pruebas, entre ellas las imágenes de la cámara de seguridad de un kiosco cercano, el testimonio de una persona que se los cruzó en la calle y otras imágenes donde se los ve supuestamente luego de perpetrar el crimen.
También fueron valorados más elementos, como el hecho de que lavaron el auto con el que “un cuarto individuo, no identificado” los habría llevado hasta el lugar, el supuesto descarte de un teléfono celular de la víctima (hallado cerca de donde pasó el vehículo) y las lesiones recientes que algunos presentaban.
Por otra parte Jesica Gómez declaró en la causa haber escuchado a su hermano decir: “dos puñaladas le metí en el cuello” y haberlo visto juntar la ropa que se quitó (después del hecho) para guardarlas en una bolsa negra. En oportunidades anteriores, según Gómez, su hermano sostuvo que “hay que matar a la vieja si es quilombera”.
En el caso de las mujeres, Cesari Hernández consideró que hasta el momento no hay elementos concluyentes como para situarlas en la escena del crimen, y por el contrario otros elementos las ubican en sitios diferentes, si bien “no puedo soslayar que tanto Jesica como Oriana se encuentran ligadas a la conflictiva que existía en relación a la dubitada tenencia por parte de los Blanco de la menor que es hija biológica de Oriana (…) situación resistida y combatida judicialmente por la víctima”, escribió el juez en una de las pocas referencias al supuesto móvil del homicidio.

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