ste día, sale a la calle ‘La Verdad,’ el primer periódico editado en Río Grande, de frecuencia semanal y a un costo del ejemplar de treinta centavos. La iniciativa fue de Higinio Fernández y Eloy Vega. El semanario se presenta “al pueblo de Río Grande, lleno de optimismo” y promete no tener “color político”. Pero con el tiempo mostró “una tendencia oficialista notoria, pues el periódico dejó de aparecer al caer el gobierno peronista en 1955” (Arnoldo Canclini. El periodismo en Tierra del Fuego).
Canclini cita un comentario de Oscar Domingo Gutiérrez sobre su aparición: “contra los escépticos que piensan que de lo que pasa todo se sabe, está la voluntad de sus hacedores que piensan cómo pueden servir al comercio, fomentar el progreso y defender los intereses de los vecinos”.
‘La Verdad’ expresó que “Hasta hace pocos años, la Patagonia y en particular Tierra del Fuego, era la cenicienta, a quien resultaba difícil escuchar y menos comprender; sin embargo esa prédica constante llegó a dar sus frutos y recordemos que llegó a estar de “moda”. Así fue como nos han visitado comisiones de diversas especialidades y han palpado por así decirlo la realidad”.
En otro párrafo, señaló: “Hoy han cambiado las cosas y, en lo que respecta a esta isla y en particular a Río Grande, todos sabemos que la Gobernación Marítima que acaba de cumplir el tercer año de su gobierno, está llevando a cabo un programa de progreso que difícilmente pueda superarse. Con esta pujanza financiera, y con el deseo de hacer obra efectiva, nos encontramos hoy ante un horizonte claro y luminoso para el Territorio”
Consideró que “Río Grande vive un tiempo de bonanza. La creación de la Gobernación Marítima de la Tierra del Fuego ha puesto en movimiento todo un conjunto de medidas con las cuales el trabajo y el progreso llegan a este norte fueguino. Ya terminó aquella hora donde llegado el invierno había que pensar en emigrar puesto que las tareas del agro dormitaban con la pausa del frío (…) La gente viene ahora aquí a quedarse” y a “formar su familia…”
Para un periódico, era difícil “recostarse a favor del gobernante de turno y, a la vez, mantener una crítica que lo hiciera creíble y comprable para el común de los vecinos. Por aquellos años no se disfrutaba del aviso oficial, pero tampoco existía quien viviera exclusivamente del trabajo periodístico” (op.cit.).
