ste día, el empresario alemán Luis Elías Vernet suscribe la contratación de varios gauchos para desempeñarse en su establecimiento de las Malvinas, “quienes habrían de permanecer cerca de un año en las islas” (Marcelo Beccaceci. Gauchos de Malvinas).
Entre las consideraciones volcadas en el texto contractual “figura que el mayordomo era un tal Juan García y el capataz, Aniseto Oviedo. También se especificaba que los gauchos serían utilizados para las ‘matanzas de ganados alzados vacuno y caballar’. Se les pagaría tres pesos por cada potro domado y dos reales por la captura de cada bagual. Entre las obligaciones de los gauchos que serían utilizados figuraba el ‘no aflojar jamás’ ya que ‘los capataces darán el ejemplo, y mientras estos no aflojen, nadies ha de aflojar’. Se advierte además que el que no salga a trabajar en la ‘volteada’ por ser flojo, verá descontado de su haber lo que hubiera ganado, y el dinero se repartirá entre sus compañeros ‘si estos o el encargado no lo perdonan’ (…) los que no salgan a capturar animales deberán quedarse a cuidar de la hacienda mansa, a construir corrales, ranchos y hacer lazos, cinchas, caronas, maneas y componer bastos”.
El contrato específica que en su alimentación los gauchos podrán tener ‘quanta carne con cuero quieran siendo de animal chico pero de ningún modo de animal grande cuyo cuero sea de cuenta’.
Sobre las jornadas laborales, se advierte que ‘cuando lo exige el buen desempeño del trabajo no hay días de fiesta’. “El contrato garantizaba el pago de tres pesos por cada vacuno capturado de tres o más años, aclaraba que si se le pedía al gaucho trabajar en otras tareas fuera de las habituales, se le pagaría a razón de seis reales por jornada laboral”.
A los contratados se les aseguraba “además un pasaje gratis de regreso a Buenos Aires por cada uno de ellos. Una vez en el continente, accederían al pago de sus salarios debiendo descontar los ‘gastos’ consistentes en mercancía adquirida en Malvinas, como espuelas, frenos, ropas, cuchillos y alimentos (salvo la carne, que era gratuita)”.
El 12 de enero de 1826, parte con los gauchos contratados “el bergantín inglés ‘Alert’ y se dirige a Carmen de Patagones, donde le habían juntado 200 caballos, burlando el bloqueo brasileño”. Después de una maniobra para eludir el control, sólo pudieron embarcar 50 equinos (op.cit.).
