ste día, culmina en Río Grande la primera huelga de hambre llevada a cabo por metalúrgicos en conflicto. Durante ocho días, trece ayunantes persistieron en la medida hasta la resolución de las demandas de los trabajadores.
Ese mes estuvo plagado de conflictos y movilizaciones, acompañando el proceso de restauración democrática que vivía el país. La situación se fue agudizando y desembocó en un paro por tiempo indeterminado por un aumento salarial.
El disparador del conflicto fue una acción de los trabajadores de FAPESA, quienes se concentraron “en el comedor de la planta reclamando un 25% de aumento salarial, los reclamos comenzaron a extenderse a otros establecimientos. En octubre, la demanda se generaliza bajo la consigna de 7.500 pesos de aumento y el conjunto de los metalúrgicos se suma al paro de brazos caídos en los lugares de trabajo que va a durar 23 días. Ante el despido masivo de obreros, la lucha continúa en las calles; en los últimos días se lleva a cabo una huelga de hambre en la Iglesia Don Bosco que termina por inclinar la balanza a favor de los obreros” (Bernardo Veksler. Rebeliones en el Fin del Mundo).
Al resolverse el conflicto se obtiene “el aumento salarial y el pago de los días caídos”. Finalmente una masiva asamblea obrera “convalidó el acuerdo alcanzado por los dirigentes”.
Ese proceso de movilizaciones impuso la constitución de la seccional de Río Grande. “La Unión Obrera Metalúrgica hasta ese entonces solo disponía de dependencias para atender la obra social. Los directivos nacionales perciben la transformación de la actividad y el dinamismo que van tomando los hechos, y deciden hacer depender de la Seccional Pico Truncado la vida gremial de los metalúrgicos fueguinos. En 1984, arriba el interventor Lasperchuk y se nombra como delegado normalizador a Raúl Toledo”.
Esa debilidad de la organización gremial devino en un activo proceso asambleario y de protagonismo de los delegados de fábrica, dando una característica esencialmente horizontal a la estructura sindical, algo atípico en el gremio liderado entonces por Lorenzo Miguel.
“Los delegados comienzan a exigir la autonomía de Pico Truncado y la creación de nuevas seccionales en Ushuaia y Río Grande, que finalmente se logra”. En Río Grande, se “nombra una comisión por consenso, encabezada por Raúl Toledo y completada por un delegado de cada fábrica” (op.cit.).
