n la edición de este día, el diario ‘El Chubut’ publica “un artículo titulado ‘La Policía de Campaña’. La nota hace una detallada referencia a las protestas de los vecinos de Río Mayo contra el accionar policial” (Ernesto Maggiori. Historias de Frontera).
El descontento de los pobladores con la Policía Fronteriza había comenzado con los festejos del Día de la Independencia. El 9 de julio “en Lago Blanco, una localidad del Valle Huemules, más de setenta pobladores a caballo convergían desde los parajes cercanos de la cordillera para celebrar estas fiestas. Como se estila en estas reuniones, la carrera de parejeros era la atracción principal. El permiso solicitado con anterioridad en el Destacamento más cercano (…) no había sido concedido”.
Con la convocatoria en marcha, una importante cantidad de personas se congregó para concretar los festejos. Entonces, una comisión policial se presentó para hacer cumplir la infundada prohibición. “La supresión de la carrera fue resistida y los oficiales ordenaron la detención de 10 pobladores. Ordenando a los demás presentes que debían comparecer en el destacamento para el otro día”.
El día siguiente, unos treinta pobladores a caballo se dirigieron al destacamento preocupados por el estado de sus vecinos en prisión. “Todos estaban al tanto de las feroces palizas que los uniformados propinaban a los detenidos”. En prevención de represalias policiales, se dirigieron al casco de una estancia para que el administrador oficie de mediador.
Un pelotón policial se hizo presente. El jefe les ordenó desmontar y uno de los paisanos fue interrogado “sobre la causa que lo llevó a participar de la reunión del día antes. Cuando se disponía a contestar fue atacado por los agentes” y “soportó la brutal paliza sin inmutarse”. Luego otro sufrió el mismo atropello.
Primero protestaron en voz baja, luego los ánimos se fueron caldeando entre “amenazas y los insultos” de ambos bandos. “La tensión creció y en medio de la confusión, se alcanzó a escuchar ‘fuego’. Simultáneamente produjeron casi 300 detonaciones”.
El tiroteo convocó a otros vecinos que asistieron a los heridos de ambos bandos. Uno de los pobladores murió. Un grupo partió hacia la sede policial y la tomó. Desde allí enviaron telegramas a las autoridades territoriales y nacionales denunciando los hechos, que fueron difundidos por varios diarios del país.
