ste día, un grupo de particulares fundan, en Montevideo, el Instituto Antártico Uruguayo, con el propósito divulgar el conocimiento de ese continente entre la ciudadanía y promover los intereses uruguayos en la Antártida.
Siete años después, el estado uruguayo le otorga carácter oficial, pasando a la órbita del Ministerio de Defensa. La ley promulgada lo dota de mayores recursos, con el objetivo de “fomentar, evaluar y efectuar investigaciones y exploraciones científicas, tecnológicas y de Servicios en la Antártida al Sur del Paralelo 60 S”. El organismo es el responsable de conducir la política antártica y es dirigido por un Consejo Directivo integrado por ocho consejeros de los ministerios de Relaciones Exteriores, de Educación y Cultura y de Defensa Nacional.
En 1979, Uruguay ingresó al Tratado Antártico y se convirtió en miembro adherente en 1980. En la ocasión, el país puso de manifiesto “su interés y la voluntad de reservar los derechos que en un futuro pudieren corresponderle en la Antártida, acorde al derecho internacional, sin oponer títulos de soberanía sobre su territorio”.
La necesidad de acompañar esa voluntad con la presencia en el continente, se consumó con el viaje de dos oficiales, por invitación de Estados Unidos, a la estación Amundsen-Scott, ubicada en el Polo Sur.
En enero de 1982, se izó el pabellón nacional en el Polo Sur Geográfico, marcado por un pedestal coronado por una esfera plateada, rodeado en semicírculo por los pabellones de los países signatarios del Tratado Antártico.
La primera misión totalmente uruguaya se desarrolló, en enero de 1984, cuando una aeronave del país aterrizó en la Isla Rey Jorge. La misión tenía por objeto elegir el sitio de emplazamiento de una base.
El lugar elegido estaba frente a la bahía Collins, junto al glaciar del mismo nombre y en la costa de un lago que se lo bautizó Uruguay.
Los trabajos de construcción de las instalaciones culminaron el 22 de diciembre de 1984, dejando inaugurada la Base Científica Antártica Artigas, con las características de una estación meteorológica con presencia temporal de personal.
En la temporada siguiente, se concretó la primera invernada de uniformados uruguayos. De esta manera, el país pudo convertirse en miembro consultivo del Tratado Antártico, estatus que fue confirmado en la XIII Reunión Consultiva Anual del Tratado, en octubre de 1985.
