Hombres de Cook visitan asentamiento de nativos fueguinos
EL 20 DE ENERO DE 1769

Hombres de Cook visitan asentamiento de nativos fueguinos

20/01/2020
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ste día, James Cook, a bordo del barco ‘Endeavour’, envía un bote a tierra, en la costa del estrecho de Le Maire, con el fin de proveerse de leña. Entre los tripulantes del bote viajaban “Banks y el doctor Solander. Desembarcaron en el extremo interior de la bahía” para seguir “con éxito su gran objetivo: el progreso del conocimiento de la naturaleza, recogiendo gran número de conchas y plantas totalmente desconocidos hasta entonces. Regresaron a comer a bordo, y tornaron después a tierra con objeto de visitar una ciudad india…” (John Byron y James Cook. Navegantes ingleses en los canales fueguinos).
Estimaban que el asentamiento se encontraba a unos tres kilómetros de la costa. “Siguieron lo que parecía un camino transitado, tardaron más de una hora en llegar, porque con frecuencia se hundían en el fango hasta la rodilla. Cuando ya estaban a corta distancia del pueblo, salieron dos hombres a su encuentro con toda solemnidad imaginable; no bien se les acercaron, comenzaron a dar alaridos (…) y después de vociferar un rato de esta manera, los condujeron” hacia la ciudadela, que estaba “enclavada en la cima de un árido collado cubierto de árboles (…) y consistía en doce o catorce chozas de la más ruda y primitiva estructura”.
“Eran tan solo unos cuantos palos inclinados unos hacia otros y unidos por la parte superior, formando una especie de cono (…) Muebles, no había; un poco de paja tendida en el interior servía de asiento y de lecho”. Sobre los utensilios “solo pudo verse una cesta de mano, un saco para llevar a cuestas y la vejiga de algún animal, para contener el agua”.
Era “una pequeña tribu y no pasaban de cincuenta, de ambos sexos y de todas las edades (…) Los hombres son vigorosos, pero de contextura desmañada”. Su altura oscilaba entre 1,70 y 1,80 metros. “Las mujeres son mucho más pequeñas (…) Todo su atavío consiste en una piel de lobo marino o foca, que colocan sobre sus espaldas en el mismo sentido en el que se hallaba en el animal (…) usan un corto faldellín a modo de hoja de parra. Los hombres llevan el manto abierto, y las mujeres sujetándolo a la cintura con una correa”.
Con sorpresa, apuntaron que “no parecía existir entre ellos ninguna especie de gobierno o de jerarquía; no se advertían en ellos diferencias de respetabilidad, a pesar de lo cual afectaban convivir en la mejor armonía y en la más amigable sociedad” (op.cit.).

Autor : Beernardo Veksler
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