Muere el perro que custodió nueve años la tumba de su amo
EL 11 DE ENERO DE 2014

Muere el perro que custodió nueve años la tumba de su amo

11/02/2020
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ste día, fallece ‘Calafate’, un pequeño perro mestizo que durante nueve años custodió la tumba de su amo en el cementerio municipal de Río Grande. Esta inusual historia tuvo su punto final con la muerte del can, que llegó a ser noticia en la ciudad y trascendió en otros medios de la región.
A partir del fallecimiento y entierro de su dueño, el peón chileno Pedro Vera Cárcamo, en 2004, el perro permaneció junto a su tumba. Los empleados del cementerio, a pesar de la resistencia inicial, lo adoptaron y le dieron sustento durante todo este tiempo.
Vera Cárcamo, aparentemente, había fallecido por las heridas causadas en “un accidente laboral, dejando en total desamparo a su perro”. El personal de la estancia se sensibilizó con el can y lo tomó como mascota. Pero, Calafate no aceptó la sustitución y siguió siendo fiel a su dueño. Entonces, “hizo habituales las escapadas al cementerio local para acudir a la tumba de su desaparecido amo” (Diario El Sureño, 15/2/2014).
El trabajador chileno se desempeñaba en las estancias de la zona como peón. Para    compensar la solitaria vida rural, Vera Cárcamo adoptó a un perro callejero como mascota y lo bautizó ‘Calafate’.
En los primeros días, el personal del cementerio intentó impedir el ingreso del animal. A pesar de ello, el perro lograba eludir la restricción, su persistencia prevaleció y terminó siendo aceptado como un residente habitual del lugar.
“En el caso de Calafate recuerdo que tenía hambre y lo sorprendíamos comiéndose las velas, por lo que lo sacábamos corriendo, pero siempre volvía", recordó uno de los funcionarios del cementerio.
Desde entonces y durante una década, el fiel can resguardó la tumba de quien lo había sacado de su situación de callejero.
Con el correr del tiempo la presencia del perro fue parte del paisaje de la necrópolis riograndense. Incluso, “un día llegaron a buscarlo quienes lo habían heredado como mascota. Todo fue infructuoso, Calafate seguía escapándose al cementerio para permanecer en las inmediaciones del lugar donde fuera sepultado su amo”.
Al trascender la historia hubo vecinos que lo asistieron y le llevaron alimentos.
El desenlace ocurrió esa semana, “cuando tras ser atacado por otros dos perros, Calafate sufrió heridas que le provocaron la muerte, siendo sepultado por los mismos funcionarios del cementerio de Río Grande” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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