Naufraga el bergantín de Piedra Buena en isla de los Estados
EL 10 DE MARZO DE 1873

Naufraga el bergantín de Piedra Buena en isla de los Estados

10/03/2020
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ste día, el bergantín ‘Espora’, comandado por Luis Piedra Buena, naufraga en la bahía Franklin, isla de los Estados; donde el marino se proponía instalar una procesadora de aceite de lobo marino y pingüino.
El momento fue dramático y sólo la perseverancia de Piedra Buena pudo superarlo. “¿Qué hacer? Esperar en la isla de los Estados que algún buque los rescate es utópico, nadie pasa por allí en navegación regular, y mucho menos en esa época. Intentar instalarse hasta la buena época es también ilusorio: pocas semanas bastarán para que el invierno austral liquide a los náufragos de hambre y frío. Entonces Piedra Buena toma una resolución increíble: construirá otro barco (…) con los restos del ‘Espora’, sin otra madera que la que pueda recuperarse del buque naufragado, con los escasos clavos que se logran rescatar de su casco, sin otra brea ni alquitrán que la grasa de pingüinos y focas. Y sobre todo, sin planos. Es teóricamente imposible construir un barco que flote si no se planea previamente sobre el papel su eslora, su manga, su puntal, su calado, su desplazamiento. Pero, Piedra Buena era, como Ulises, un hombre fecundo en ardides” (Felipe Cárdenas (h). Luis Piedra Buena el buen patagón. Revista Todo es Historia N° 13).
Para realizarlo sólo contaba con su tripulación, que no tenía aptitudes para la labor. “Puso a dos de sus tripulantes, los más inservibles, en la tarea de buscar alimentos: huevos de pingüino, carne de cualquier cosa, los mariscos que se encontrasen. Los demás –cuatro marineros, ninguno muy bueno- a ayudar en la construcción del cúter que planeaba en su imaginación”.
Pasan todo el mes de marzo soportando los reiterados temporales del fin del verano y la preocupación del “avance del invierno desde el Polo Sur… Se va haciendo la quilla, se colocan las curvas o costillas, se empina el único palo y la jarcia. Piedra Buena es el único que sabe manejar la única sierra existente; es de imaginar el cuidado y atención con que aserra, corta y refila. Su vida y la de siete compañeros están pendientes de ese pedazo de acero… Pasó marzo. Pasa abril. Es una carrera contra el tiempo. Entra mayo. Y el 11 de mayo el pequeño cúter -11 metros de eslora, 4 de manga, 18 toneladas de desplazamiento- se moja en las frías aguas del Atlántico Austral. ¡Y flota!”.
Dos semanas después, el ‘Luisito’ “entra triunfante al puerto de Punta Arenas” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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