lrededor de esta fecha, el administrador de la estancia San Pablo, en un informe asentado en el archivo de la firma, indica que “la suma de animales esquilados en la esquila grande y chica ha sido la de 46.200 dando un total de 544 fardos”. Estimó en “un total de 47.000 lanares” es todo lo “que puede mantener esta estancia en la forma en que están distribuidos los campos” (citado por Romina Casalia y Liliana Manzi en Etnicidades capitalistas: el rol de la estancia San Pablo en el entramado de resistencia selk’nam. Tierra del Fuego, 1904-1930).
Esta información da cuenta de la actividad que se estaba desplegando en una región recién incorporada a la explotación agropecuaria. La estancia había sido fundada en 1904 por José Montes, “durante una segunda etapa en la entrega de tierras, aquella que combinaba el arrendamiento con la propiedad, sucediendo a una inicial con base en los latifundios en manos de fuertes sociedades anónimas regionales y antecediendo a aquella en la que se ocuparon pequeñas porciones de terrenos no siempre aptos para la explotación ganadera. Según el catastro de 1917 y el inventario forestal y ordenamiento de bosques efectuado por Leonardo Collado, José Montes adquirió un total de 109.000 hectáreas”.
Montes se estableció en el ecotono, justamente “una zona de transición entre dos ecosistemas diferentes, en contraste con la SETF (Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego) que ocupó la estepa (…) De este modo, la superficie original de San Pablo estaba conformada por 77.000 hectáreas de bosques y 32.000 aprovechables para la ganadería”.
La cantidad de ganado ovino es el indicador que permite estimar las dimensiones productivas del establecimiento, en ausencia de otros valores de interés económico de los recursos naturales allí presentes.
La cifra aportada por la estancia San Pablo no era significativa, tomando en cuenta que las cabezas de ganado ovino en Tierra del Fuego argentina oscilaban entre 1.342.851 en 1908 y 818.170 en 1920, “con lo cual la producción de San Pablo no habría representado mucho más del 6% de la isla”.
Las autoras mencionadas aportan, además, que el vínculo de Montes con los originarios se asemejó más al desarrollado por la familia Bridges, que procuraba asimilarlos como peones, que con el desarrollado por los Braun Menéndez, donde prevaleció el exterminio y la erradicación.
