ste día, el gobierno militar encabezado por Edelmiro J. Farrell sanciona el decreto 10.638, que permite “la instalación de burdeles en zonas de ‘necesidad’, es decir, cerca de los cuarteles y otros lugares a consideración del Estado”. La norma ratificaba que “las mujeres que ejercieran la prostitución debían someterse al control” de la Salud Pública (Jorge Castelli y Patricia Halvorsen. Esas Mujeres).
Esta iniciativa se originó en la difusión de una noticia sobre “orgías homosexuales”, que “alcanzó ribetes de escándalo cuando fueron detenidos y procesados por el juez Narciso Ocampo Alvear cadetes del Colegio Militar. El miedo a la homosexualidad, como se comprende del comportamiento de los actores sociales, motivó” la implementación de esas normas.
Ya bajo el gobierno peronista se promulgó la Ley 12.912 y el decreto ley 22.532 que autorizó “la habilitación de prostíbulos en áreas adecuadas de las provincias, Territorios Nacionales y en la Ciudad de Buenos Aires”.
“Esta nueva noción de necesidad propició la aperturas de casas de lenocidio gerenciadas por poderes públicos y, poco después, la llegada más popular que hayan tenido Santa Cruz y Tierra del Fuego en todos los tiempos: ‘La Coca’”.
Carmen Egues, conocida como ‘La Coca’, de nacionalidad uruguaya, llegó a Ushuaia en 1947. “El motivo de su visita era organizar la apertura de dos prostíbulos, uno en esa y otro en Río Grande”. Ya contaba con locales similares en Río Gallegos y Comodoro Rivadavia.
Sobre ella se tejieron numerosas historias sobre su fortuna e influencias. Se especulaba que tenía “su propio avión” y que “traficaba drogas”. Estas versiones se fueron alimentando con su hábito ostentoso como “la pintoresca historia de sus paseos por las calles del pueblo en un auto importado color amarillo y con chofer. Y también su fortuna, sin duda incalculable…”
Su local en la capital fueguina se instaló en De Loqui y Don Bosco, y fue conocido popularmente como ‘La escuelita’.
Su administración de los centros nocturnos “era clara: más de la mitad para el negocio, el resto para las chicas”.
En 1950 solicitó aumento de tarifas “por el encarecimiento actual de la vida”. El cuadro disponía los siguientes valores autorizados por la Gobernación: “visitas $12, dormida $25”, para civiles y para conscriptos o marineros que llegan en buques de la Armada el precio anterior (op.cit.).
