Piedrabuena bota el ‘Luisito’ en lugar del naufragado ‘Espora’
EL 11 DE MAYO DE 1873

Piedrabuena bota el ‘Luisito’ en lugar del naufragado ‘Espora’

11/05/2020
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ste día,  Luis Piedrabuena y su gente logran botar el cúter ‘Luisito’, luego de haber transcurrido tres meses desde el naufragio del pailebote ‘Espora’. “El nuevo buque, con ayuda de la marea creciente, fue botado al agua y quedó balanceándose suavemente en la bahía a pocos pasos de la orilla, observado por los nautas: con el amor admirativo que experimenta el artífice frente a su más pura obra de arte y con el alivio inexpresable del náufrago que se salva” (Armando Braun Menéndez. El astillero en la tempestad).
El comandante y otras siete personas habían “construido una embarcación de dieciocho toneladas, apta para navegar aquellos mares bravíos, en una playa desamparada e inclemente”: la bahía de las Nutrias de la isla de los Estados.
Para realizarlo sólo contaron con “una sierra grande, otra chica y un par de hachas de mango corto”, los restos del ‘Espora’ y el ingenio para diseñar mentalmente una embarcación que fuera apta para soportar las tumultuosas aguas australes.
“El cúter, construido a ojo, se probó muy bueno.  Había sido bautizado el ‘Luisito’ en recuerdo del hijo del capitán Piedrabuena.  Pero los tripulantes dieron en apodarlo el ‘Sapo’, a causa de sus líneas chatas, de su porte inelegante, y de la forma sorprendente con que saltaba sobre la ola”.
Desde la isla de los Estados hasta Punta Arenas, el ‘Luisito’ “empleó nueve penosas singladuras, alternadas con chubascos de nieve y de granizo y vientos arrachados.  Este viaje podría considerarse, por sí solo, como una hazaña marinera”.
Este contingente humano había desembarcado en esa bahía con el propósito de comenzar a producir aceite a partir de la cocción de centenares de pingüinos, que exterminaban en una colonia próxima.
Instaló su ‘fábrica’ y enseguida empezó con la matanza. “La labor consistía en apalear pingüinos a razón de quinientas presas al día, luego abrirlos, descuerarlos, y llenar con sus cuerpos, en medio de un vaho volteador, un “tacho” enorme, que se hacía hervir sin que se apagasen los fuegos un instante”.
En medio de esas labores, sobrevino una tremenda tormenta que volcó el “tacho”, desparramó el aceite, siniestró al ‘Espora’ y dejó a Piedrabuena y su gente al borde del desastre, muchos de ellos enfermos por el enfriamiento sufrido.
Sólo la capacidad y perseverancia del comandante pudo superar la terrible contingencia y arribar sano y salvo a Punta Arenas.

Autor : Bernardo Veksler
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