ste día, el gobernador de Malvinas Luis María Vernet firma “un contrato con Samuel Brooks, para el corte de maderas en (isla de) los Estados, titulándose Vernet ‘propietario de la isla’. Fueron sus testigos Mateo Brisbane y Oliver Kentine” (Pablo E. Arguindeguy. Piedra Buena y la isla de los Estados).
Este contrato aportó formalidad a un vínculo natural que se gestó entre esa isla y las Malvinas, a partir de la presencia de frondosos bosques que eran inexistentes en el archipiélago.
La única presencia humana comprobada en la isla de los Estados estuvo a cargo de Anne Chapman, quien constató rastros de marisqueadas de originarios en algunas playas.
Las incursiones de europeos se centraron en la caza de lobos marinos y siempre fueron temporales.
Desde el asentamiento en Malvinas, franceses, ingleses y españoles llegaron a la isla para proveerse de maderas para sus construcciones.
Vernet fue un visitante habitual. “Exploró en 1826 la isla de los Estados, con su cuñado Don Loreto Saéz, levantando una carta de sus puertos, aguadas, prados y otros datos geográficos”.
Regresó en 1828 para extraer maderas “e instaló en el norte de ella, en una lobería, una ‘fábrica’ para beneficiar cueros de lobo y su aceite, con destino a Malvinas”.
El año siguiente, quien volvió fue Saéz “para cortar maderas para construcciones de la colonia de puerto Luis”. Ese mismo año, hizo lo propio el hermano del gobernador de Malvinas, Emilio Vernet, “para cazar lobos y extraer maderas”. El naufragio de uno de sus navíos “le hizo fabricar una embarcación con sus restos y madera local, y logró con ella regresar a Malvinas”.
En junio de 1829, Vernet “propuso por carta a Woodine Parish (comerciante y diplomático británico radicado en Buenos Aires) formar una compañía para explotar los bienes naturales de las islas Malvinas y de los Estados, y las circunstancias derivadas de la situación geográfica de ambas como puntos de arribada en la ruta del Cabo de Hornos, sus posibilidades como centros de abastecimiento, lugar de descanso y recupero de tripulaciones” (op.cit).
Luis Piedra Buena fue quien la frecuentó con mayor asiduidad. Su primer contacto fue en 1847, embarcado en el pailebote ‘J. E. Davison’, al mando del capitán Smiley y se mantuvo viajando a la isla hasta 1879, para entonces ya estaba al comando de la goleta ‘Cabo de Hornos’.
