Oreros enfrentados con Popper se movilizan en Punta Arenas
EL 18 DE ENERO DE 1890

Oreros enfrentados con Popper se movilizan en Punta Arenas

18/01/2022
E

ste día, los buscadores de oro, que habían sido expulsados por los milicianos de Julio Popper, realizan un acto de protesta reclamando medidas punitivas contra el establecimiento de El Páramo.
El acto, que estaba encabezado por “el señor Venegas, comerciante y juez de paz de Punta Arenas”, es descripto por el propio Popper: “En el centro de la plaza pública se veía colocada una mesa en que había un gran cencerro recientemente quitado a una de las vacas de la colonia”. Se “hallaban reunidos los mismos individuos que (…) habíamos dejado en aterrorizada fuga del arroyo Beta a la frontera de Chile” (Carlos P. Vairo y Francis Gatti. ¡Oro en Tierra del Fuego!).
Popper no resultaba imparcial en las consideraciones de los manifestantes: “Venegas, con la franqueza que caracteriza todos sus actos, presidia a un pueblo, justamente indignado, en que rendía culto homenaje a las distinguidas, caritativas y condolientes víctimas de los vándalos de la moderna barbarie (…) que se hallaban reunidos para expresar bien alto que sabrían repeler la fuerza con la fuerza y para resultado de la condenación y el castigo de los piratas draconianos de la Tierra del Fuego, de los monstruos que llevan los famosos nombres de Popper”
Los participantes del acto venían tomando posiciones en las proximidades del arroyo Beta donde se habían concentrado unos “setenta hombres (…) todos armados”, que según un sargento informante de Popper cada uno “llevaba quinientos cartuchos y amenazaban con matar a Popper”. Casi todos eran de origen dálmata que “se hallaban ocupados en juntar arenas negras. En las carpas, alrededor de las hogueras y a lo largo del arroyo, unos sesenta individuos armados de Winchester ofrecían el aspecto original de una agrupación de atorrantes, criminales y bandidos de casi todos los países del orbe”.
El episodio del desalojo tuvo un componente anécdotico, dado que los efectivos comandados por el rumano se habían nutrido de una particular escenografía: “Si los forajidos (…) hubieran podido observar de más cerca la mayor parte de aquellos militares, habrían notado con sorpresa que carecían de piernas, que las armas eran palos de Madera, que debajo de los uniformes había, en vez de carne, verdura, y que lo que parecía cabeza no era más que un atado de trapos… ¡Eran espantajos de paja, los maniquíes del Páramo, el ultimo recurso del establecimiento” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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