ste día, se difunde un relevamiento satelital que permitió determinar que la población de pingüinos emperador en la Antártida alcanza a unos 600 mil ejemplares. Esta cifra implica que la especie se aleja del peligro de extinción.
“El número sorprendió a los científicos, que creía que la población de pingüinos se reducía a la mitad (...) Los vieron gracias a imágenes captadas por un satélite de altísima resolución”. Un equipo de científicos, “liderado por el geógrafo Peter Fretwell de la British Antarctic Survey (BAS), ha utilizado imágenes captadas por satélite de resolución muy alta para contar el número de pingüinos emperadores que habitan las costas de la Antártida. El resultado ha sido inesperado. Han contabilizado casi el doble de pingüinos de los que se pensaba que existían” (www.mdzol.com).
Los científicos han contado cerca de 595.000 y hasta ahora se pensaba que vivían entre 270.000 y 350.000. También han detectado siete colonias de pingüinos desconocidas, lo que aumenta el número total a 44.
“Los investigadores han usado los satélites de observación Quickbird 2 y Worldview 2, de la empresa Digital Globe, e Ikonos, de la empresa Space Imaging. La resolución es tal que permite distinguir en el hielo entre pingüinos, sombras y guano. Este método permitirá vigilar las colonias de pingüinos con facilidad y fiabilidad y así observar cómo les afecta el cambio climático”.
El pingüino emperador es la especie más emblemática de la Antártida, además de ser uno de los pocos habitantes permanentes, su imagen y colorido ha conquistado la identificación de ese continente. También se destaca del resto de los pingüinos por ser el más grande, dado que pueden alcanzar 1,15 metros y pesar hasta 45 kilogramos.
Su modalidad reproductiva tiene sus particularidades, ya que se produce en la época más rigurosa. El apareamiento se consuma entre marzo y abril. Entre mayo y junio la hembra pone un huevo, cuyo cuidado queda bajo la responsabilidad absoluta del macho, que lo incubará durante más de dos meses. En este periodo, el pingüino no se alimenta y pierde el 40% de su masa corporal. Para reducir el efecto del frío los machos se reúnen en grupos compactos. Al mismo tiempo, las hembras se encuentran en el mar alimentándose para recuperar energía, hasta que los huevos hayan eclosionado. Cuando esto ocurre, quedan a cargo del cuidado de los pichones.