lrededor de esta fecha, Robert Fitz Roy llega de visita al edificio donde residían los fueguinos. “Traía regalos para los tres: ropa muy elegante, suave y de bonitos colores. Jemmy rebosaba de satisfacción, al sentirse poseedor de tan impresionante guardarropa. Una vez vestidos con sus nuevos atuendos, Fitz Roy los invitó a subir al coche tirado por caballos, en el que había venido. Hoy, jóvenes –les dijo-, es un día muy especial, ya que hemos sido invitados a tomar el té con el rey y la reina de Inglaterra, en el palacio de Buckingham” (Francisco Hervé. Soy Jemmy Button el salvaje).
Los tres canoeros habían sido secuestrados en el Beagle y llevados a Londres por la primera expedición austral de Fitz Roy. El proyecto inglés consistía en adoctrinarlos para convertirlos luego en mediadores culturales.
Los secuestrados fueron Jemmy Button (Orundellico), Fuegia Basket (Yokcushlu), York Minster (Elleparu) y Boat Memory (falleció en el viaje y no se registró su nombre nativo). El primero era el único yámana, los otros eran kawésqar.
Su radicación en Londres fue “motivo de bastante interés público y el alto nivel social de Fitz Roy posibilitaba este privilegiado encuentro. El grupo partió en el carro tirado por cuatro caballos blancos y pronto estaban recorriendo la suave y ondulada campiña inglesa (…) desde un pequeño promontorio en el camino, Jemmy observó lo que imaginó como un mar de casas, que se extendían en un terreno suavemente ondulado, hasta perderse de vista”. Los fueguinos tenían a Londres ante sus ojos.
Al llegar a la entrada del palacio, el coche se detuvo ante la requisitoria del guardia, que fue respondida: “Capitán Fitz Roy, de la Armada Real, acompañado de los señores Minster y Button, y de la señorita Basket, fueguinos. Estamos invitados a tomar el té con los reyes”.
Luego de recorrer varias dependencias, llegaron al salón del encuentro. De pronto, entre una gran cantidad de personas, irrumpieron el rey Guillermo IV y la reina Adelaida, que “se dirigieron a los tres fueguinos con una expresión desenvuelta y sonriente. Saludaron primero a Fuegia y luego a York y Jemmy”.
Una de las inquietudes de los fueguinos era el lugar donde fabricaban los barcos.
Adelaida le regaló a Fuegia “un sombrero de ala, fabricado con tela finísima de color amarillo (…) para que lo use en su país”.
La visita fue mencionada en el periódico ‘Daily Herald’.
