ste día, el transporte ‘Villarino’ atraca en el muelle del Riachuelo, llevando en sus bodegas hacinados a Orkeke y los suyos, que habían sido capturados cerca de Puerto Deseado.
El navío había llegado sin ningún anuncio. Una filtración permitió que llegaran algunos cronistas. “Espectáculo ingrato de miseria y abandono contemplan absortos los periodistas cuando al asomarse a la bodega se les presentan apiñados en un ambiente fétido toda la gente de Orkeke. El terror, ese terror supersticioso del indígena, altera la habitual expresión de sus semblantes con la rigidez de una máscara trágica. Un miedo invencible los domina. ¿Qué será de ellos?” (Leoncio Deodat. Descubridor de Historias).
Los distintos medios de prensa cuestionaron que la tribu capturada estaba siendo sometida a un escarnio injusto, porque se trataba de una comunidad que no había manifestado signos de rebeldía, por el contrario, siempre estuvo predispuesta a colaborar con las autoridades, como lo pueden atestiguar los ex gobernadores Carlos Moyano y Ramón Lista. También, advierten que la trampa que le tendieron puede generar contratiempos a los colonos radicados en la Patagonia austral, que hasta el momento habían tenido relaciones cordiales con los tehuelches.
“Cómo creer que deliberadamente haya mandado asaltar y saquear una tribu amiga y mansa, que jamás ha hostilizado el ejército, y que, por el contrario, ha fraternizado honradamente con las poblaciones cristianas plantadas en las soledades de la Patagonia. ¿Cómo justificar ese acto cruel e ilegítima persecución a hombres que nunca nos hicieron daño?” (Diario La Prensa. Buenos Aires, 31/7/1883).
Al día siguiente continúa esa prédica, aguardando una reparación para borrar “la iniquidad cometida con gentes infelices, que jamás han molestado a nadie y si más bien beneficiado a los cristianos que han vivido entre ellos”. Y pide que se devuelvan los caballos que les despojaron por “el decoro del Gobierno que no puede montar sus tropas en caballos usurpados a pacíficos moradores de tierra argentina” (op.cit.).
Roca consideró las críticas y se entrevistó con Orkeke. Luego, a los nativos, confinados en el cuartel de Retiro, les hicieron recorrer la ciudad, los llevaron a teatros y les hicieron varios agasajos.
Pero, el 28 de agosto, Orkeke fue internado por una bronquitis y el 12 de setiembre falleció, sin obtener el ansiado retorno a su tierra.
