lrededor de esta fecha, la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego –familia Braun- comienza a enviar armamento a sus establecimientos fueguinos.
“Entre noviembre de 1893 y diciembre de 1895 la administración de la Sociedad Explotadora envió a las estancias Caleta Josefina y San Sebastián 27 carabinas y 8 revólveres, todos de calibre 44, además de 12.500 balas de carabina y 950 de revólver” (Mateo Martinic B. La Tierra de los Fuegos).
Martinic formuló un interrogante: “¿Y cuánto debe achacarse a las matanzas en la disminución vertiginosa de la nación ona?”
El historiador magallánico hilvanó una respuesta: “Operaciones de represión y de combate suponen necesariamente la existencia de hombres cuya función u ocupación fundamental fuera la de luchar contra los indígenas y se sabe que tales empleados existieron inequívocamente con tal misión en las estancias Caleta Josefina y San Sebastián, como presumiblemente en las de Gente Grande, Punta Anegada, Philip Bay y Porvenir a juzgar por referencias indirectas. Y la función de combatir a salvajes bárbaros requería de armamento (…) y con tal mortífero elemento se contó en cantidad suficiente para los fines perseguidos”.
Admitió “numerosas referencias sobre víctimas”, pero, sostuvo que “no ha sido posible obtener datos precisos, tan sólo aproximaciones. Puede afirmarse que, en ocasiones, por cada indio varón adulto sepultado debieron quedar varios muertos en el campo. Se sabe, por otra parte, de la desaparición de grupos enteros desde una comarca y cuya deportación no consta en absoluto. Podría, al fin aseverarse, que las matanzas de indígenas habrían alcanzado una cantidad estimada en un par de centenares de personas”.
Martinic concluyó que “puede atribuirse a la colonización ganadera el exterminio –en verdad un genocidio- por acción directa (muertes) y por acción indirecta (deportaciones) de la mayor parte de la población indígena existente en la Tierra del Fuego en 1893, colocándosela en el camino de próxima extinción en pocos años”.
A las reiteradas matanzas se sumaron otros factores convergentes: las enfermedades introducidas “y las tradicionales y a veces mortales luchas intergrupos por ocupación de territorios de caza, ofensas, etc., se podrá tener una visión más o menos aproximada que permitirá comprender cómo para 1910 no se contaba en suelo fueguino chileno más de un centenar de onas” (op.cit.).
