ste día, por primera vez las mujeres argentinas concurren a votar y pueden postularse. Como resultado de esa jornada inaugural, las primeras docentes fueron electas para ocupar bancas en el Congreso.
La Ley 13.010 instituyó el elemental derecho de habilitar a la mitad de la población a poder votar y ser votadas. Fueron cientos de muchachas que “algún día madrugaron, se peinaron, se pusieron el mejor vestido que su condición humilde les permitía y fueron al encuentro de un destino que las llevaría mucho más lejos de lo que jamás habían imaginado” (Alejandra Marino. Las muchachas. Citado por Mariana Caballero y Eduardo Mancini en Maestras Argentinas).
Así, “ingresaron 23 diputadas y 6 senadoras al Congreso Nacional así como 58 diputadas y 19 senadoras en las legislaturas provinciales. Un total de 109 mujeres, todas ellas del Partido Peronista, una cifra que representaba el 15% de los cargos legislativos y ascendería al 22% en los comicios de 1955” (Mariana Caballero y Eduardo Mancini en Maestras Argentinas. Entre mandatos y transgresiones).
“Entre esas primeras mujeres electas legisladoras nacionales hubo muchas maestras (…) Entre ellas Esther Fadul en representación de Tierra del Fuego”. También fueron electas: Hilda Castiñeira, senadora por Santa Fe; y como diputadas: Angélica Esperanza Dacunda por Corrientes, Isabel Torterola por Santa Fe, Dominga Ortiz por Santiago del Estero, Celina Rodríguez por Buenos Aires, Carmen Rodríguez y Generosa Aguilar por Salta.
Fadul “trabajó por la transformación de los territorios nacionales en provincias y dirigió la Comisión redactora de la Ley 14.037 que creo las provincias de La Pampa y Chaco. Fue también una de las firmantes del proyecto de la ley de filiación que se aprobó en 1954 –Ley 14.394- que abolía la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos”.
“Castiñeira, Fadul y las otras maestras que acompañaron desde el Parlamento la gestión del gobierno peronista, merecieron un juicio diferente según proviniera del magisterio oficialista o del opositor. En el primer caso se expresaba el beneplácito por los avances en la inclusión educativa y los notables avances en las condiciones de vida tanto de alumnos como docentes. Entre los críticos primaban el rechazo a las cesantías como forma de disciplinamiento, la introducción de la enseñanza religiosa y el ingreso a las aulas de la propaganda partidaria” (op.cit.).
