ldquo;La Cámara de Comercio de Ushuaia afirma que los negocios que expenden alimentos y comidas han sufrido una merma de las ventas que supera el 30%. En tanto, en otros rubros como vestimenta y artículos para el hogar los porcentajes superan largamente el 50%. Estos datos son coincidentes, a grandes rasgos, con los que maneja la cámara riograndense”, de esta manera se reflejaba la recesión que también había “originado continuos despidos de personal, imposición de reducción de salarios y morosidad en el pago de salarios y cargas sociales, también ha generado una cantidad importante de comercios que cerraron sus puertas” (Diario Tiempo Fueguino, 22/7/1995).
La recesión que perturbaba la economía fueguina también afectaba las arcas de las entidades mercantiles, al registrarse “la disminución y la morosidad en las cuotas de los asociados de las cámaras de comercio. En la entidad de la capital provincial, un 5% de los asociados han renunciado a la cámara y otro 10% presenta morosidad en el pago de sus cuotas. La Cámara de Río Grande ha sufrido una merma de asociados del 32% por no poder hacer frente al pago de las cuotas o directamente por haber dejado de operar. Del total de bajas sufridas por esta última entidad, el 38% fue por cierre de sus actividades”.
Esta situación fue corroborada por los registros de la Municipalidad de Ushuaia “desde el 1° de junio a la fecha han cerrado sus puertas un centenar de negocios, mientras que sólo treinta han solicitado habilitación para iniciar sus actividades”.
Los sindicatos que agrupaban a los empleados de comercio también sumaron su percepción. En Ushuaia “afirman que en lo que va del año se ha producido alrededor de 180 despidos”. En tanto, en Río Grande estiman “que el trimestre pasado ha disminuido en sesenta la cantidad de afiliados”.
“Otra consecuencia de la crisis del comercio es la ofensiva de muchas empresas, aprovechando la caída de las ventas, para producir cambios en la relación laboral, disminución de los salarios, pasar a algunos trabajadores ‘en negro’, aumentar la jornada laboral o una demora pronunciada en el pago de haberes”.
A la gravedad de esta situación se sumaba la crisis que estaba afectando a la industria, que había desatado el cierre de las plantas fabriles de Continental en Ushuaia y Kenia en Río Grande y, derivado de ello, la represión de Semana Santa que produjo la muerte del obrero Víctor Choque.