Los metalúrgicos de Río Grande conquistan el tres por uno
EL 13 DE JUNIO DE 1988

Los metalúrgicos de Río Grande conquistan el tres por uno

Los metalúrgicos de Río Grande, “luego de cuarenta días de lucha por la obtención de un sueldo de 2.900 australes”, reciben la contrapropuesta empresaria de “2.550 australes en abril, 2.800 en mayo y 3.100 en junio, la reincorporación de todos los despedidos (180) y un adicional de mil australes por todos los días caídos”. De esta manera, se convertía en realidad el denominado coeficiente tres, que triplicaba el valor del salario establecido por las convenciones colectivas de trabajo para todo el país (Bernardo Veksler. Rebeliones en el Fin del Mundo).
13/06/2019
L

a situación económica del país era crítica para el bolsillo de los trabajadores, la inflación tomaba impulso y las demandas de reajustes salariales estaban a la hora del día.
El conflicto se originó en abril, cuando se dispuso “el paro por tiempo indefinido hasta conseguir el reclamo. Los dirigentes de la huelga pensaban (…) que el conflicto en una semana se resolvía”.
La negativa patronal sorprendió a los gremialistas. Uno de ellos, Apolonio Benítez, recordó que “la primera forma de autoorganización fueron los piquetes para impedir que los carneros contratados por la patronal ingresen a las fábricas. Nosotros lo hacíamos por las buenas, pero la patronal hablaba de piquetes de vándalos”.
La dureza del conflicto produjo choques con la policía. Uno de ellos ocurrió frente a la planta fabril de JVC. “El incidente arrojó un saldo de varios operarios heridos y se denunció que los uniformados le pegaron hasta a las mujeres”.
Las detenciones se reiteraban, entre ellas, el cuerpo de delegados de Sigis. “Cada noticia de nuevos detenidos que llegaba al cuartel obrero, hacía surgir en forma espontánea una movilización hacia la Jefatura o el Juzgado de Paz para exigir que sean liberados y se lograba”.
Promediando el conflicto, “se llevó a cabo una marcha de las antorchas que nucleó unas dos mil quinientas personas, notándose que muchos contingentes de otros gremios se sumaron a la movilización”.
La solidaridad también se expresaba en “colectas, en los bailes y recitales, en el ‘fiado’ de los comerciantes y de los dueños de las pensiones y casas de alquiler”.
En tanto, los medios nacionales calificaban de subversiva a la situación fueguina, impresionados por “las hogueras y los pasamontañas que lucían los huelguistas” (op.cit.).
Hasta que se llegó al desenlace exitoso para el reclamo obrero.   

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