El control poblacional de conejos llegó a la Justicia
Plaga en el CADIC

El control poblacional de conejos llegó a la Justicia

AFADA presentó un recurso de amparo para evitar intervenciones que afecten a los ejemplares de conejos silvestres que habitan en el predio del CADIC. Fue a partir de las declaraciones del investigador Adrián Schiavini, sobre la posibilidad de fumigar las madrigueras ubicadas debajo de la Institución. Desde la Asociación buscan que se dicte una medida cautelar y generar “una alternativa para el control ético de la población”.
19/05/2020
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a Asociación de Funcionarios y Abogados para la Defensa de los Animales (AFADA) junto a la Asociación Amigos del Reino Animal Fueguino (ARAF) presentaron un recurso de amparo ante la Justicia, para evitar la matanza de conejos silvestres en inmediaciones del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC).
La presentación judicial a cargo de la abogada Griselda Engelhard, se produjo a partir de las declaraciones del investigador, Adrián Schiavini, en medios de comunicación sobre la necesidad de abordar el control poblacional de los conejos. La intención sería colocar pastillas de fosfuro de aluminio en las madrigueras, a modo de fumigación y luego extraer manualmente a los ejemplares.
La acción de amparo fue presentada el sábado pasado en el marco de la feria judicial extraordinaria, que habilitó la recepción de expedientes de estas características  -entre otros- por e-mail.  La causa se encuentra en el juzgado Civil y Comercial Nº 2, a cargo del doctor Gustavo González.

Apuntan al ‘control ético’ de la población de conejos

En diálogo con EDFM, Engelhard explicó que desde AFADA, “presentamos la acción de amparo para proteger la biodiversidad y la naturaleza de manera integral, porque entendemos que en el caso de que se lleve a cabo esta matanza o envenenamiento se violarían numerosos derechos y normas como la protección del medio ambiente, el derecho de las personas a gozar de un ambiente sano y equilibrado, la ley de protección de fauna silvestre”.
“Cada vida es única y queremos que se respete”, remarcó Engelhard y agregó que la presentación ante la Justicia apunta a “prevenir cualquier daño ambiental, para los animales, para nosotros y para las generaciones futuras”. Buscan que se dicte una medida cautelar para evitar intervenciones sobre los ejemplares “hasta encontrar una alternativa para el control ético de la población de conejos y que el medio ambiente no sufra un daño irreversible”, dijo.
En ese sentido advirtió que “el eventual envenenamiento de conejos no sólo generaría que mueran de una manera cruenta, generando un daño irreparable, sino que además afectaría todo el equilibrio natural y tendría consecuencias en toda la naturaleza”, ya que “si se introduce un virus o se envenenan los conejos, no sabemos dónde pueden terminar esos componentes químicos”, sostuvo.

“No existen herramientas no letales para controlar al conejo y reducir el daño que produce”

El investigador Adrián Schiavini utilizó sus redes sociales para expresarse sobre la situación. En Facebook aclaró que el gas fosfina “se degrada en pocos días en sus componentes básicos sin dejar residuos dañinos para el medio, ya que el fósforo y el hidrógeno son compuestos que existen en el medio. Los conejos muertos quedarán debajo del edificio, y ni predadores ni carroñeros pueden acceder a ellos, por lo tanto es erróneo hablar de riesgos para otros animales, para seres humanos o para el medio ambiente”.
También sostuvo que “no existen en la actualidad herramientas no letales para controlar al conejo para así reducir el daño que produce”. En otro fragmento de su exposición, señaló que “terminar con el conejo permite terminar con un riesgo muy grave de que se escape de Ushuaia y dañe irremediablemente a la biodiversidad”.
“Como profesionales responsables preocupados por la integridad de los ecosistemas tenemos la responsabilidad de trabajar por mantener la biodiversidad nativa y para tratar de reparar los daños producidos por nuestra acción, como el haber traído los conejos”, dijo, y aclaró que “el problema no son los conejos sino el daño que producen, que se hace extensivo a toda la vegetación del sitio que ocupan”. “Esto sin mencionar los problemas de salud que puede producir el contacto con el conejo o sus defecaciones cuando vive debajo de nuestras casas”, agregó.

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