res avutardas picotean el suelo bajo un avión gigante que ya es monumento. Diminutas, no se inquietan. Ni el hombre ni las máquinas pueden igualar la destreza natural de sus alas. Pero ése es el desafío.
Volar un ultraliviano es como cortar nubes con las propias manos. Para los pilotos, el entrenamiento es una pasión rigurosa. El instinto de los animales se reemplaza por teoría y práctica; lo indescifrable por controles, números y palancas; la energía por motores y hélices; el hambre y la sed por dedicación voluntaria.
Una vez cada tanto, llega un experto que toma examen a los aprendices voladores humanos. El Aeroclub de Ushuaia lleva más de medio siglo en funcionamiento. Y la semana pasada dio el marco para las pruebas que rindieron con éxito 7 aviadores sureños.
La Fuerza Aérea Argentina rige la actividad en todo el país. Las habilitaciones, para civiles y militares, se otorgan con la fiscalización de especialistas. Y en esta ocasión, se entregaron títulos para vuelo Comercial, Privado y VFR Controlado, que autoriza a operar en espacios aéreos vigilados.
El contexto fue reflejo exacto de la vida en la capital de Tierra del Fuego. Cielo gris amenazante de truenos que rara vez aparecen, llovizna permanente que cubre la ciudad como un manto eterno, vientos cambiantes y un frió punzante que se acomoda lento en el cuerpo.
Nunca se habían rendido tantas categorías en una misma jornada. Y en la sede local se mostraron orgullosos de los resultados obtenidos desde la inauguración del aeroclub, en 1959. "Tenemos muchos pilotos que están volando en líneas aéreas, que han salido de acá, otros están en la Dirección Aeronáutica de la Provincia", comentó el instructor Ricardo Gramajo.
Hay 6 unidades pequeñas y un simulador. El edificio está ubicado en el "aeropuerto viejo". Antiguamente, también en actividad para los aviones de gran tamaño, era una de las pistas más peligrosas del mundo, por su corta extensión y su angostura.
Ricardo Forgione, nuevo piloto con licencia, recordó los aterrizajes de las aeronaves de empresas privadas: "Los que hace un tiempo que estamos en Ushuaia vivimos la época en que, en esta misma pista donde nosotros hacemos los cursos, bajaba un 737 y todos realmente aplaudíamos, porque doblaba y no quedaba mucha pista en esa época".
Sin embargo, asegura que nunca tuvo miedo de volar, aún habiendo presenciado algunas emergencias. "Cuando uno pilotea da la sensación de que tiene control de la situación, cuando maneja otro es más preocupante", bromea. "Tener control del aire es una sensación realmente agradable", dice.
Oficio de volar
La habilitación de vuelo Comercial es el escalón principal de la práctica profesional. Una vez logrado ese objetivo, el aeronauta puede ser contratado y recibir un sueldo. Emiliano busca la meta de liderar viajes en líneas regulares. "No volé ninguno grande todavía, pero espero volarlo, es cuestión de práctica, de experiencia, uno nunca sabe todo del todo, siempre se aprende un poco más", explica. "La perfección de uno y el sueño de volar y llegar a una línea aérea es más fuerte que todo".
Sueño cumplido
El vértigo, la libertad, la exploración. La ilusión de imitar capacidades exclusivas de otras especies ha provocado en el hombre la necesidad de cometer actos "irracionales" y, a su vez, ha sido fundamento de increíbles avances tecnológicos. "Un poco uno cumple una fantasía y estar en el aire es como estar un poco más cerca de dios", indica Gustavo Alvarez Kraus, otro de los aprobados.
Menciona que el aterrizaje podría considerarse lo más difícil: "Porque uno esta volando y de repente te encontrás con que estás llegando al piso muy de golpe, pero al que le guste un poco la adrenalina es lindo".
Vuelo fueguino
Dos inspectores enviados por la Fuerza Aérea tomaron los exámenes. Marcelo Delsastre fue uno de ellos. Llegó por vez primera hasta la capital, y se manifestó conforme con el desempeño de los evaluados: "Han demostrado que pueden volar. En general en Tierra del Fuego hacen un buen papel. No había venido nunca a Ushuaia, generalmente me ha tocado más río grande", dijo. Y señaló que "los días que hay viento norte, esta pista se torna bastante difícil".
La instrucción
Daniel Jone es uno de los instructores locales. Remarcó que muchos pilotos de otros lugares se sorprenden cuando observan las condiciones de vuelo en esta última ciudad del planeta. Pero sostuvo que tan solo se trata de aclimatarse: "Tenemos que asumir que en este lugar a veces tenemos nieve, lluvia, vientos fuertes, y se aprende a volar en esas situaciones".
La capacitación consta de una parte teórica y otra práctica. "En la práctica son varios instructores -actualmente hay cuatro-, y en la teórica se trabaja entre los instructores y algunos pilotos que nos ayudan en lo que han aprendido, para poder transmitirlo. La parte práctica es aprender a volar con algunas dificultades meteorológicas de la zona", detalló.