Con mucha emoción, con lágrimas, en silencio, con ramos de flores, cartas y rosarios, los familiares de los soldados argentinos que murieron en combate homenajearon a los héroes en el Cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas, el sábado pasado. Durante la emotiva ceremonia la Virgen de Luján, que recorrió el país, fue entronizada en el Monumento a los Héroes que murieron en suelo malvinero.
Con profundo dolor –tras 27 años de la guerra del Atlántico Sur, entre Gran Bretaña y Argentina– las madres, hijos, esposas, hermanas y nietos hicieron su duelo frente a las 230 tumbas en el Cementerio de Darwin, en la Isla Soledad. Allí el cielo celeste y blanco, el silbido del viento frío que acariciaba los rostros con lágrimas, los británicos custodiando el lugar y los periodistas nacionales e internacionales –que registraban el hecho histórico– fueron los testigos de la profunda emoción con la que vivieron los familiares las dos horas y media que estuvieron en el campo santo donde descansan los argentinos que murieron en Malvinas.
Algunos abrazados a las cruces blancas lloraban desconsoladamente, otros arrodillados y con las manos entrelazadas rezaron, otros se apoyaron o sentaron junto a las lápidas del cenotafio y en llantos vivían su duelo y transmitían el profundo amor hacia sus familiares que pelearon en la Gesta del Atlántico Sur. Para algunos padres, quizás este sea el último viaje y eran conscientes de ello, por eso mucho más era el dolor que tenían de saber que no podrán volver a visitar el Cementerio en las islas donde su hijos lo dieron todo por su patria.
Se veía cómo entre los familiares se consolaban y contenían. La tristeza salpicó a todos los que presenciaron su dolor en silencio, sin desconsuelo o con amor acariciando las cruces y lápidas con los nombres de sus seres queridos.
El soldado Néstor González tenía 20 años cuando fue a la guerra, estaba en el Regimiento 7 de Infantería en 1982 y murió en Monte London. El sábado pasado su hermana María Alejandra González estuvo casi dos horas abrazada a la Cruz en el Cementerio de Darwin y sin desconsuelo lloró y no quería alejarse de aquel suelo querido donde yace su hermano. Para ella eran situaciones encontradas. Había perdido a su hermano en Monte London y su madre –que falleció en 2007– le había pedido que sus cenizas descansen junto a su hijo en Malvinas. El sábado pasado ella cumplió su deseo y fue muy duro en el momento que se tuvo que alejar, donde ahora están su madre y su hermano. Llevaba el poncho color beige de su otro hermano y antes de retirarse abrazó la cruz con el poncho y luego se enfundó con la prenda gaucha.
Desde la provincia de Salta (Orán) Gloria del Carmen Zabala se desplazó desde la lápida donde encontró el nombre de su hermano, Mario Zabala (18), que era conscripto y murió en el buque A.R.A Crucero Belgrano, hasta una tumba que rezaba "Soldado solo conocido por Dios".
"Es muy fuerte porque mis padres no pueden estar aquí, mi padre está hemiplégico y madre por cuestiones de salud no puede viajar. Mi papá nunca cerró su duelo. Para mí es como poner las manos en el cielo porque siempre quise venir acá, porque mi hermano falleció en el Crucero Belgrano y quedó en el mar", Expresó entre sollozos.
"Nadie te va devolver…"Una mujer que viajó por primera vez en avión fue Carmen Losía López, desde la Provincia del Chaco, ella fue porque su hermano Celso Alegre (18) falleció en la guerra del Atlántico Sur. "Nadie te va devolver nada, más que mirar el mármol donde esta el nombre de él. Ahora, siento paz", comentó a el diario del Fin del Mundo.
En el segundo contingente que partió –el sábado pasado– al archipiélago, desde el aeropuerto de Río Gallegos, en un vuelo de LAN chile, fueron 180 familiares.
Familiares fueguinosDesde Tierra del Fuego fueron, Lola Barrionuevo que perdió a su marido en el Crucero Belgrano y Miguel Alberto Castillo que fue por su hermano Osvaldo Roque Castillo murió también el Crucero. "Al Belgrano lo hundieron y le pegaron por atrás. Pisé tierra de Malvinas, que es por lo que mi hermano murió. Él defendió su patria", puntualizó Castillo que se trasladó desde la ciudad de Río Grande.
Tras el dolor que expresaron los familiares llegó el consuelo de la Virgen de Luján, la imagen con su manto celeste y blanco, se hizo presente y todos salieron al encuentro de la madre.
Durante la ceremonia religiosa que celebró el obispo de Santa Cruz y Tierra del Fuego, monseñor Juan Carlos Romanín, junto con el sacerdote franciscano de las Islas Malvinas, Peter Norris, hubo mucho emoción y también participó el secretario primero del gobierno de las Islas, Paul Martínez junto a los familiares de soldados argentinos.
Las palabras de la liturgia fueron el bálsamo de amor que Dios colmó con su gracia y fue tan eficaz que caló hondo el alma de los presentes (ver nota aparte). Luego ellos sintieron paz, rezaron tomados de la mano –incluyendo al secretario primero del gobierno de las Islas Malvinas, Paul Martínez– .
Fueron muchas historias y por ello fue un viaje cargado de emociones e historias de argentinos que los unía la guerra de 1982 y el destino que tuvieron aquellos 649 Héroes. Cada historia que narraban los familiares de los combatientes, quienes provienen desde distintos rincones de la patria. es significativa y quien la escuchaban atentemente también se quebraban. Los familiares transmitían intensamente lo que sentían y conmovían con total naturalidad y sus profundos sentimientos.
Sin duda que todo lo que vivieron los familiares en la histórica inauguración del Monumento a los Héroes en Malvinas y sobre la llegada de la Virgen de Luján al Cementerio de Darwin seguirá narrándose en nuestras páginas de la historia Argentina. En el sencillo homenaje se honraron a los argentinos que dieron su vida por su patria, ellos cumplieron con el fiel juramento que hicieron a la Enseña Patria.
La visita en las Islas Malvinas duró alrededor de cuatro horas y media, hubo un recorrido de aproximadamente 40 kilómetros desde el aeropuerto de Mount Pleasant hasta el Cementerio de Darwin, donde hay 230 cruces blancas y una cruz grande en el altar mayor y las lápidas con todos los nombres de los 649 caídos en Malvinas. También una urna de vidrio y hierro, en el piso, se depositaron lo que enviaron los argentinos (rosarios, cartas, imágenes, medallas ).