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os padres de Ezequiel Huirimilla y su hermana Carolina viven horas de angustia desde el pasado miércoles, cuando el joven de 18 años no regresó más a su casa en la avenida Belgrano, en la ciudad de Río Grande. El muchacho es de contextura física delgada, de 1,75 mts. y tez trigueña. El joven trabaja como changarín y vestía una campera de color marrón, jeans azules gastados y zapatillas blancas.
Cuando los familiares se presentaron en la emisora FM Aire Libre pocos datos tenían de sus últimas horas, pero a medida que transcurría el tiempo y la intervención de la Justicia y de la Policía, empezaron a salir a la luz algunas situaciones complejas para los familiares, por el futuro del joven.
El miércoles por la noche los padres, María y Juan, comenzaron a preocuparse porque el muchacho no regresó a su casa, "ya que todas las noche duerme en casa", sostuvieron, y tras 48 horas radicaron una solicitud de paradero en la comisaría Segunda. Carolina, en la entrevista radial, comentó que "sabemos que Ezequiel recibió amenazas de un policía, pero él nunca se lo comentó a mis padres para no preocuparlos, recién ahora nos enteramos porque lo dijo uno de sus amigos". Ante este dato, se trasladaron hasta los tribunales en YPF y el sábado a la tarde la fiscal Cecilia Incardona los recibió, como así también el juez Héctor Ochoa, quien ordenó la búsqueda por parte de los agentes policiales.
Al mismo tiempo se recibían otros testimonios de amigos y de su novia. Algunos señalaron que la última vez lo vieron por la zona del pasaje Darwin, frente al río, donde solían compartir bebidas alcohólicas e inhalar pegamento. Ello habría sucedido el miércoles y el trabajo de búsqueda fue de policías y miembros de la Prefectura Naval. La búsqueda no fue del todo negativa porque hallaron el teléfono celular del joven, en una zanja. Por último, trascendió que Ezequiel le habría manifestado a su novia algunas intenciones suicidas, lo que provocó mayor angustia y dramatismo a los familiares.
