Punto de Vista

Pequeños–pequeños, Grandes–Grandes

08/08/2010
P
or Guillermo Worman

En Ushuaia, un grupo de pequeños–pequeños dan un ejemplo grande. En dos jardines de infantes organizaron uno de los hechos más dignos del 2010. Sólo pusieron sus ganas, dedicación, alegría y ninguna moneda. Gastaron lo que les sobra: sueños, generosidad y fantasía.
En la mañana del viernes pasado, organizados en hileras, construyeron una imaginaria correa de transmisión para llenar un camión de la empresa Cruz del Sur con cajas de papel para reciclar y con tapitas de botellas de PET. Juntaron y juntaron con sus sueños infantiles de ayudar para otros niños del Hospital Garrahan.
Les sobra lo que a otros falta: voluntad.
Sin pasar el metro de altura se pueden hacer grandes cosas, incluso dar un claro ejemplo a sus propios padres. Invertir el rol del aprendizaje. La lección, está y otras veces, la dieron ellos, mientras docentes, padres y observadores casuales vimos la mejor clase abierta y pública que pueda darse. Trabajaron por meses con responsabilidad y criterio. Juntaron, acumularon y lo dieron todo con absoluta entrega. Una verdadera lección para una comunidad que muy a menudo piensa sólo en sí misma, en cómo salvarse.
Crece una generación en Ushuaia que está aprendiendo a pensar hacia delante. Acumula para compartir y se agrupa para construir colectivamente.
La otra gran lección la dieron mujeres. Las nuevas protagonistas de la vida pública fueron las motivadoras de estos pequeños de grandes causas. Tienen un enorme protagonismo, aunque no lo buscan, trabajando como tutoras de los mayores que se vienen. En ese grupo actúa una de las tantas personas que trabaja con paciencia y método, con y por los demás: hace años –no tantos– la bautizaron Viviana Remy. Es una suerte de ángel botellero que recorre distintos puntos de la ciudad para que anónimamente donemos tapitas. La función de Viviana es ayudar a aprender en equipo. El viernes, además de ver a estos grandes que estudian en jardines de infantes, vimos la entrega y felicidad de las docentes y directivas de los jardines Barquito Travieso y Chowen. Verdaderas maestras.
Sin esa energía tan bien capitalizada, las cajas viajeras serían más basura para el relleno sanitario de Ushuaia.
Éstos son magos bajitos que convierten residuos en derecho a la salud para otros niños. Magia en serio.
El viernes se puso en escena la generación que pensará hacía el futuro. Trabajarán – aprendiendo a compartir y no a competir unos con otros – en una Ushuaia donde únicamente se envíe al basurero sólo lo imposible de reciclar. Harán cosas más allá de sus diferencias, y no estarán todo el tiempo pensando en cómo, cuándo y dónde ponerle una zancadilla a un par que hace cosas. No especularán con el “cuando peor, mejor”, ni estarán viendo en cómo sacar réditos inmediatos sin pensar en quienes vienen detrás.
Están aprendiendo en cómo transitar la vida pública de otra manera. Juntos, agrupados, organizados por algo que vale la pena, sin mirar qué hace el otro para hacer lo que corresponde; pasando y pasando cajas llenas de papel para reciclar y miles de tapitas que se transformarán en más y mejor salud para otros chicos que no tienen la suerte de ellos.
Fue la mejor forma de terminar la semana, cuando pequeños nos inundaron de grandeza.

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