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or Gabriel Ramonet, Enviado especial a El Calafate
La ciudad preferida del ex presidente Néstor Kirchner le brindo ayer una despedida multitudinaria que combino enormes muestras de consternación y dolor, con una gran demostración de respeto por sus familiares y principales allegados.
Cuando el cuerpo del ex mandatario nacional todavía estaba en su residencia, rodeado por su entorno más intimo, incluida la presidenta Cristina Fernández, la población de El Calafate se congregó pasadas las 20 en forma espontanea en la plaza del pueblo, frente a la parroquia Santa Teresita del Niño de Jesús, para celebrar una misa al aire libre que reunió a más de mil personas.
La ceremonia religiosa estuvo presidida por el gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, acompañado por su esposa, además de otros allegados a la familia presidencial que lloraron en varios pasajes de la homilía pronunciada por el padre Lito Álvarez.
Los calafateños se habían despertado de manera brusca a pesar del letargo natural por el feriado y el censo nacional.
“A eso de las siete y media escuchamos la ambulancia que iba para la residencia. Después nos enteramos de la noticia y quedamos todos shockeados, duros. Había gente llorando por la calle”, le conto a este enviado el taxista Gabriel Linares, que vive aquí desde hace tres meses pero admite que “la gente lo quería mucho a Néstor por todas las obras que había impulsado para la ciudad”.
Una horas después de confirmada la muerte de “Lupin”, como mejor lo conocen aquí, el Aeropuerto de El Calafate se convirtió en un verdadero hervidero de gente. Había tanto tráfico aéreo que algunos vuelos de línea tuvieron que demorar sus despegues de sus respectivos aeropuertos de partida.
Los periodistas de Buenos Aires se mezclaban con turistas desprevenidos, que horas después deambulaban por el centro sin importarle demasiado el devenir de los acontecimientos.
“Hoy es el día mas feliz de mi vida”, dijo en voz alta una mujer vestida como para una fiesta, asegurándose de que la escucharan, y dejando claro que se refería a la muerte de Kirchner. En la salida del Aeropuerto nadie le contesto. Prefirieron ignorarla.
Durante la tarde, la Policía y la Gendarmería cercaron las calles aledañas a la residencia presidencial. Un grupo de gente mezclado con medios de prensa se acerco para hablar de “Néstor” y de “todo lo que había hecho por ciudad”.
Dentro de la residencia, la presidenta ya tenía la compañía de su hijo Máximo y de los primeros ministros nacionales que habían arribado de Buenos Aires. Florencia, la otra hija del matrimonio K, venia viajando de Estados Unidos.
“Murió poniendo el cuerpo”
La despedida popular se produjo pasadas las 20, en la plaza del pueblo, con más de mil participantes.
La homilía del párroco Lito Álvarez resulto un verdadero alegato sobre la obra de Kirchner. “Todos sentimos aquí mucha tristeza pero también mucha gratitud, por su compromiso con el país y con esta tierra. Tiene un enorme valor simbólico que él se haya muerto acá, un lugar de tercos, de tenaces y de luchadores”, asevero.
El sacerdote agrego que “Néstor murió poniendo el cuerpo, se lo llevo su lucha. El volvió a instalar en nuestra sociedad los sueños, los ideales que muchos creíamos perdidos. Un hombre que se hacía fuerte en las adversidades. Ese es el mejor homenaje que podemos hacerle. Hay una lucha que continuar”, expreso.
“El dolor es inevitable, pero cada uno tiene que hacerse responsable de ese dolor, y transformarlo en lucha. No hay que arriar las banderas, nos hay que bajar los brazos”, completo el cura su homilía.
Álvarez también contó que había estado con la presidenta, y dijo que “recién ahí entendí por que Néstor la llamaba presidenta coraje. Néstor descansa en paz. La historia continua”. |