Al recordarse la firma del Protocolo de Montreal en 1987

Hoy se conmemora el Día Internacional de Protección de la Capa de Ozono

15/09/2011
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urante la Asamblea General del año 1994, la Organización de las Naciones Unidas resolvió establecer al 16 de septiembre como Día Internacional de Protección de la Capa de Ozono, para conmemorar el día en que se firmó el Protocolo de Montreal, donde se estableció la eliminación del uso de sustancias que agotan la capa de ozono.
Este año, el tema para conmemorar este día es “La eliminación de los hidroclorofluorocarbonos presenta una oportunidad singular”. Cabe recordar que los hidroclorofluorocarbonos son tanto sustancias que agotan la capa de ozono como potentes gases de efecto invernadero, donde este tipo de compuesto más utilizado es casi 2.000 veces más potente que el dióxido de carbono en sus efectos sobre el calentamiento de la tierra, anuncia la ONU. Al convenir en acelerar la eliminación de los hidroclorofluorocarbonos, las Partes en el Protocolo de Montreal reforzaron sus ya importantes contribuciones a la protección del régimen climático mundial.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki–moon, instó, en su mensaje, “a las Partes y a las industrias a que aprovechen la oportunidad que ofrece la eliminación de los HCFC para superar la etapa sustitución con HFC, siempre que ello sea posible”, remarcando que “únicamente mediante la limitación del cambio climático mundial podemos abrigar la esperanza de lograr un desarrollo sostenible para todos”.

La actualidad de la capa de ozono

De acuerdo a lo difundido por la Organización Meteorológica Mundial, a mediados de agosto pasado, la superficie del agujero de ozono fue mayor que la registrada, para esa época, en 2008 y 2010 y menor que en 2009. Actualmente, en el continente antártico está finalizando la temporada de noche polar y se espera una aceleración de la destrucción de la capa de ozono, bajo el impacto de los rayos ultravioleta, por lo que el desarrollo de la situación dependerá de las condiciones meteorológicas.
Según datos del 9 de agosto, la superficie del agujero alcanzaba unos 9 millones de kilómetros cuadrados. Hasta el momento, los expertos no se atreven a hacer pronósticos sobre el tamaño del agujero durante la temporada 2011, pero todo indica que no superará la norma. Cabe destacar que el deterioro de la capa de ozono hubiera sido mayor si en 1987 no se firmaba el Protocolo de Montreal. Al mismo tiempo, se espera que no recupere el nivel que tenía en 1980 hasta los años 2045 a 2060, en el Polo Sur.

Fundamental para la vida en la tierra

La llamada capa de ozono es en realidad una región atmosférica entre los 15 y los 35 kilómetros de altura, donde se concentra cerca del 90% de todo el ozono que existe en la atmósfera. El ozono se compone de tres átomos de oxígeno, y es un compuesto muy reactivo, lo que provoca daños en los tejidos de animales y plantas, al ser inhalado o absorbido. El aumento de la concentración de ozono en la baja atmósfera, que se está produciendo hoy día en zonas contaminadas del planeta, es perjudicial, y está causando serios problemas de salud pública en dichas zonas, además de contribuir al calentamiento terrestre, por ser un gas de invernadero.
Sin embargo, el papel del ozono en la estratosfera es muy beneficioso y fundamental, porque filtra la radiación ultravioleta conocida como UV–B. Esta radiación causa daños a los organismos al ser absorbida por diversas moléculas, debido a los cambios físico–químicos que induce en las mismas, lo que es perjudicial para la piel y los ojos y debilita el sistema inmunológico, además de reducir el rendimiento de las cosechas.
El ozono se forma y se destruye continuamente en la atmósfera, pero la cantidad de este compuesto en un área determinada de la estratosfera, aún cuando oscila en función de la actividad solar y las estaciones, se mantiene dentro de límites bastante constantes. El equilibrio que existía entre los procesos de formación y destrucción del ozono se ha roto desde hace varias décadas, con lo que la capa de ozono está sufriendo desde entonces un desgaste paulatino.
En efecto, el ser humano lleva emitiendo a la atmósfera, desde los años 30 del siglo pasado, diversas familias de compuestos caracterizados por tener en sus moléculas átomos de cloro y/o de bromo. Muchos de estos compuestos son inertes en la baja atmósfera, pero al llegar a la estratosfera, la radiación ultravioleta del sol los rompe, liberando átomos de cloro y/o bromo, que incrementan enormemente la eficacia de los procesos de destrucción del ozono.
Todos hemos oído hablar de los CFCs, identificados como los primeros culpables de esta destrucción, pero hay varios tipos más de tales sustancias, como los halones, HCFCs, y ciertos hidrocarburos halogenados, como el bromuro de metilo, entre otros.
Desde 1973 se conoce la capacidad destructora del ozono de compuestos como los CFCs. Para intentar evitar esto, varios países prohibieron el uso de los CFCs en aerosoles durante la década de los 70; sin embargo, se encontraron nuevos usos para los CFCs, y la producción aumentó mucho durante los años 80. Igual que ahora, se consideró que ya no había problema tras esta prohibición; además, no se detectaban descensos muy apreciables en la cantidad total de ozono, con lo que la cuestión de la capa de ozono dejó de ser noticia. Pero, en 1985, el inesperado descubrimiento del agujero de ozono antártico volvió a traer el tema a la atención general.