Trabajo interinstitucional

Crearán un manual de “Buenas prácticas para el uso racional de las turberas”

04/06/2013
L
a Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF), junto a la Secretaría de Desarrollo Sustentable y Ambiente de la Provincia (SDSyA) avanza en este periodo con la elaboración de un manual denominado “Buenas prácticas aplicables al uso racional de las turberas”, destinado a mejorar el desarrollo de esa actividad productiva en la Provincia y a reducir su impacto en el medio ambiente.
Es que las turberas comprenden en Tierra del Fuego una extensión de 270 mil hectáreas; es decir más de un 10% de la superficie territorial de la Provincia. Ecológicamente funcionan como reserva natural de agua y por su riqueza es también reconocido como un recurso minero.
Esta iniciativa es el resultado de las recomendaciones consensuadas en el marco del “Seminario –taller binacional de buenas prácticas aplicables al uso racional de las turberas”, donde más de cincuenta profesionales y productores turberos locales y de la Región de Magallanes, Chile compartieron estudios específicos y experiencias orientas a promover al uso racional de los humedales. En este intercambio, entre ambos países, surgió la necesidad de profundizar la cooperación internacional en pos de fortalecer el conocimiento en relación al manejo de este recurso natural.
El docente investigador de la UNTDF Rodolfo Iturraspe expresó que “la implementación de buenas prácticas relativas a los procesos de explotación de la turba daría lugar a mejores resultados en el funcionamiento de los establecimientos productores” y asimismo destacó que “posibilitaría una mejor utilización del recurso, con reducción de la afectación del ambiente y favoreciendo la posibilidad de recuperación a largo plazo del ecosistema”. En ese sentido, el ingeniero enfatizó: “la elaboración y publicación de un manual de buenas prácticas permitiría en consecuencia contar con un instrumento de valiosa aplicabilidad”.
De acuerdo a lo consensuado por el sector, las diferentes características de las turberas de los establecimientos productivos y de los sistemas de explotación dan lugar a que la identificación de “buenas prácticas” adquieran un significativo nivel de complejidad, requiriendo de conocimientos técnicos y científicos específicos relativos a diversas disciplinas. Aún así, la disponibilidad de pautas básicas para el correcto funcionamiento operativo de los establecimientos, permitirían reducir los impactos negativos sobre el ambiente y facilitarían tareas de restauración.
Esto sería de gran utilidad para los productores, especialmente para aquellos que en un futuro se iniciarán en la actividad, ya que evitarían desarrollar sus actividades en base a prueba y error; tal como ha sucedido en muchos casos, lo que ha llevado en ocasiones al fracaso del emprendimiento y a un pasivo ambiental consistente en humedales degradados e improductivos.
Como algunos ítems relevantes, relativos a buenas prácticas en este trabajo se mencionan los siguientes propuestas: La ejecución de estudios específicos relativos a las características de la turbera a intervenir; un plan de manejo detallado, aprobado y monitoreado por el Estado Provincial. La Instrumentación de medidas de seguridad relativas a la prevención de incendios; el cumplimiento de la legislación laboral en los establecimientos productivos. Otro punto es el alcance del mayor valor agregado posible en el producto final; como así también la realización de tareas de remediación y restauración de los espacios impactados; que deberían ser asesoradas técnicamente y monitoreada por los organismos correspondientes.

El marco general

Cabe destacar que el Seminario-taller, donde se gestó la idea del Manual “Buenas prácticas aplicables al uso racional de las turberas”, fue organizado conjuntamente por la UNTDF y la Secretaría de Desarrollo Sustentable y Ambiente del Gobierno de la Provincia de Tierra del Fuego. Esta acción se enmarcó en la “Estrategia y Plan de Acción para el uso racional de las turberas” implementada por la SDSyA, cuya formulación, contó con el apoyo de las fundaciones Wetlands International-Fundación Humedales y FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales) y que a su vez se basó en pautas consensuadas en reuniones participativas llevadas a cabo en abril de 2008.