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edicado a la Memoria de Pepe Eliaschev
Hablar de comunicación y salud supone abarcar un terreno de gran amplitud. Con la diversificación de los canales y la predominancia de los que utilizan internet, transmitir mensajes referidos al cuidado de la salud es fácil y al mismo tiempo complejo.
La difusión de contenidos pueden ser campañas de promoción o prevención impulsadas desde ministerios, clínicas y otras instituciones del área, que utilizan distintos medios para llegar a la población objetivo. El alcance es masivo y el impacto variable en cuestión de resultados. Un ejemplo conocido son las leyendas sobre los efectos negativos del tabaco en los paquetes de cigarrillos. Para algunos ayudarían en la toma de conciencia aunque revisiones sobre los efectos de la medida indican bajo impacto en los índices de abandono. Mensajes similares por otros medios tienen resultados similares, tal es el caso de folletos, afiches y cartelería de distinto tipo.
El interés en el mensaje aumenta cuando este se relaciona con un problema de salud en particular. Una mujer puede ignorar un aviso sobre prevención de cáncer de mama en cualquier circunstancia y tomarlo sí está siendo estudiada por sospecha de la enfermedad.
La búsqueda de información en internet ha cambiado muchos aspectos no solo de la comunicación sino también de la relación médico–paciente. Se sabe que las mismas campañas que organismos oficiales o entidades profesionales vuelcan en medios tradicionales, aparecen en las páginas web de aquellas, aunque no siempre son las que se consultan en primer lugar.
Un interesante trabajo realizado en la Facultad de Comunicaciones de Chile revela cómo se relaciona la población con la red en temas de salud (2). En el informe aparece un término llamativo y propio de este tiempo: cibercondríaco. Tales personas son aquellas que presentando determinado síntoma, lo introducen en un motor de búsqueda y, obtenidos los resultados, tratan de encajar en alguno de los posibles diagnósticos. La cuestión podría limitarse a esto pero la realidad es que muchas veces deriva en conductas poco recomendables o peligrosas, como demorar una consulta o tomar el camino de la automedicación. En ambas situaciones los resultados pueden ser tan negativos como el diagnóstico tardío de un tumor o una intoxicación medicamentosa. Pero es preciso remarcar que la automedicación tiene relación con otro fenómeno de comunicación que es la publicidad indiscriminada de medicamentos en los medios masivos. Las empresas farmacéuticas invierten tanto dinero en esta área como en investigación, con políticas de marketing que más alla del objetivo específico de venta instauran en la comunidad la idea que todo en salud se soluciona con una pastilla.
Pero como solo unos pocos instrumentos son malos en sí mismos, el uso que hacemos de las nuevas tecnologías aplicadas al cuidado de la salud puede hacer la diferencia entre algo que nos ayuda o nos perjudica. Un reciente estudio también realizado en Chile y publicado en la Revista de la Organización Panamericana de la Salud se basa en el uso de la telefonía celular para el seguimiento de pacientes diabéticos (1). La propuesta no intenta reemplazar el control presencial sino reforzar los lazos entre los centros de atención primaria y los profesionales actuantes con el paciente. Esto se logra mediante mensajes de texto y de voz automatizados basados en un software del sistema de salud. Como se sabe que hay un alto porcentaje de personas no diagnosticadas, en base a factores de riesgo, el primer contacto es para estimular al posible diabético a completar los estudios diagnósticos. En caso afirmativo se sigue al paciente en el cumplimiento de las pautas de tratamiento, reforzando la relación con llamadas programadas de médicos especializados y completadas con la concurrencia pautada al centro de atención. Imagine que en su celular recibe el siguiente mensaje “en el centro de salud le pidieron que tomara exámenes para saber si Ud. Tiene o no diabetes. Sí tomó los exámenes que le pidieron, marque 1. Sí aún no los ha tomado, marque 2”. Sí el paciente marcó 1, escuchará lo siguiente: “Felicitaciones, Ud. Cuida su salud. Lo esperamos el día de su control”. Nada diferente a lo que podría hacer una empresa que vende cualquier producto o el banco que nos recuerda el vencimiento de la tarjeta de crédito.
El mundo de hoy es el de la información abundante e inmediata. En salud incluso los profesionales del área nos vemos abrumados por su abundancia y el primer paso para el buen uso es la selección correcta. Para la población no es malo conocer lo qué les pasa consultando fuentes como las mencionadas, siempre y cuando eso no interfiera con una consulta oportuna y la confianza con el médico o equipo de salud que es una de las bases fundamentales de la buena relación entre ambos.
Así como el buen médico es el mejor formado y no solo el mejor informado, el mejor paciente es el que mantiene su rol y colabora con quien lo trata sin resignar por ello su derecho a estar informado.
Néstor Horacio Luján
Médico Anestesiólogo MP 961
Bibliografía
* Alcaya, C; Pérez, J.C; Bustamante, C; Campos, S.; Lange, I; Zuñiga, F. Comunicación y seguimiento móvil para personas con diabetes en Chile. Rev. Panam. Salud Pública 35 (5/6); 458–464.
* Halpern, Daniel. Primer reporte de e–health en Chile. Mediconecta, Tren digital. Facultad de Comunicaciones Universidad Católica. 2014.