Ex reclusos contaron su experiencia en el presidio de Ushuaia
“Nos habían traído acá para morir”

Ex reclusos contaron su experiencia en el presidio de Ushuaia

28/02/2016
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uatro ex presidiarios brindaron una discreta charla en la ex panadería del Museo Marítimo, donde se reencontraron después de más de cincuenta años de haber conocido el infierno en la cárcel del presidio. Se trata de Néstor Peretti, Babi Molina, Pedro Villacorta y Ricardo Fernández, militantes disidentes que fueron confinados al fin del mundo por persecuciones políticas.
En una charla moderada por el conductor de televisión Marcelo Murphy, los cuatro narraron sus experiencias y las atrocidades a las que fueron sometidos, comenzando por su llegada a la ciudad: “llegamos el 11 de junio de 1960, el avión hizo escala en Río Grande y después aterrizamos en Ushuaia.  El día que llegamos la temperatura era muy fría y había mucho viento”, dijo Peretti.
“El avión se balanceaba constantemente, tenía abierta la puerta trasera, por lo que teníamos miedo de caer al vacío en cualquier momento”, dijo Molina, y luego contó que los llevaron en camiones descubiertos hasta la prisión.
“Cuando llegamos estaban todos los vidrios rotos, los pabellones con yuyos crecidos y tierra de cuando lo cerró Perón en 1947”, dijo Villacorta. Porque, en efecto, el penal de Ushuaia había sido cerrado por el presidente Juan Domingo Perón trece años antes por motivos humanitarios. Por lo tanto, los reclusos políticos fueron trasladados a una cárcel que llevaba trece años deshabitada y prácticamente abandonada. Es por ello que las primeras semanas no tenían estufas ni ningún tipo de calefacción, según el testimonio de Molina.
“Entramos por la puerta del pabellón 3; cuando vi eso me di cuenta de que nos habían traído acá para morir. Ese pabellón era una heladera industrial. Me habían provisto de una colchoneta dura como una piedra, y no existían las frazadas. La celda era angosta y la humedad y el frío se colaban por la pared”, declaró Peretti, y añadió: “Todas las veces que me bañé fue con agua helada”.
Con respecto a la alimentación, los cuatro coincidieron en que era paupérrima, e incluso aseguraron que en más de una oportunidad “la comida tenía olor a orín”.
“Bajamos mucho de peso, a veces nos daban tres miñones de pan para todo el día, y nos lo comíamos todo de una sola vez porque no aguantábamos”, dijo Molina.
“Querían quebrar nuestro espíritu”, dijo Peretti en relación a las comidas, el frío, el agua helada y las burlas de los militares a las que eran sometidos a diario. Villacorta contó que el día de su cumpleaños los carceleros decidieron agasajarlo de una manera especial: le permitieron tener abierta la puerta de su celda durante todo el día. Lo que en un primer momento le pareció una oportunidad de respiro, en verdad no cambiaba nada porque de todos modos no lo dejaron salir de la celda.
Los reclusos pasaban veintidós horas dentro de las celdas; las restantes dos las ocupaban en comidas, hacer sus necesidades y pequeños recreos que consistían en salir al pabellón pero sin cruzar palabra con nadie. Al ser consultado uno de ellos cuánto tiempo estuvo en el presidio, dijo no tener forma de saberlo: “No podría precisarlo porque siempre era de noche, y además no podíamos hablar con nadie: no tenía noción del paso del tiempo”.
Ricardo Fernández, en cambio, aseguró que abandonaron la prisión a fines de 1963.
La charla terminó con un manifiesto en contra de los grupos concentrados de poder y la lucha por los que menos tienen. Además, Peretti agregó: “Si se hubiese investigado lo que pasaba en la gestión de Frondizi, probablemente no habríamos llegado al terrorismo de Estado del ‘76”.
Carlos Vairo, director del Museo Marítimo, dijo a EDFM que la existencia de estos reclusos se conoció hace un año cuando de casualidad se encontraron unas cartas guardadas en cajas olvidadas de Institutos Penales. También dijo, al finalizar la charla: “quiero resaltar el tema de su vivencia en el presidio, porque tenemos pocos relatos de lo que fue vivir acá en ese momento”.

Contexto histórico

Si bien el Presidio fue clausurado por Perón en 1947, en 1958 el Presidente Arturo Frondizi emitió el decreto 9880/58 que consistía, entre otras cosas, en la detención y persecución a disidentes políticos, sobre todo de peronistas. Es así como en 1960 se hace efectivo el llamado Plan CONINTES, y detienen en distintas cárceles a militantes peronistas y miembros de organizaciones sindicales.
Al penal de Ushuaia fueron confinadas 45 personas; fueron recluidas en el  único pabellón que no estaba a cargo de la Armada sino de Institutos Penales.