ste día, la médica mapuche Teresa Cheuquepil finaliza la atención de pacientes. Durante seis días había recibido a un centenar de personas, en un despacho adaptado para ese propósito, en una farmacia de la ciudad de Punta Arenas, según informó el diario local La Prensa Austral.
Cheuquepil, originaria de la comuna Lonquimay, ubicada en la Región de La Araucanía, atendió a las personas que solicitaron sus servicios, quienes se agolparon en la puerta del comercio esperando la entrevista. En la síntesis realizada por la experta nativa, se informó que las “principales enfermedades que presentaron los pacientes fueron artrosis, depresión, colon irritable, infección urinaria, y falta de memoria, a quienes dependiendo de la patología diagnosticada se le recetaron remedios que son comercializados en la farmacia, los cuales están hechos de hierbas que son recolectadas en su comuna de origen y luego son elaboradas en un laboratorio que se ubica en Valdivia, señalándose que éstos no tienen ningún tipo de contraindicación médica”.
A pesar de carecer de una habilitación para ejercer esa profesión y de no poseer siquiera “estudios de medicina”, se explicó que los conocimientos de la médica mapuche se sostienen en el atributo de “un don ancestral brindado por el semidiós Chaw Nguhechen”, que permite dotar a los elegidos con sus poderes para que puedan “detectar las enfermedades a través de la vía urinaria, destacando que en todo el país son cerca de dieciocho las personas que han sido bendecidas con diferentes dones”.
Los pacientes que fueron atendidos, debieron reservar un espacio con anticipación, agotándose todos los turnos disponibles, por esa razón, Cheuquepil prometió retornar el año siguiente para seguir brindando el demandado servicio a los pobladores magallánicos. La entrevista duraba unos veinte minutos y el costo de la consulta implicaba la erogación de seis mil pesos chilenos.
El éxito de la convocatoria de la sanitarista empírica demostró el fuerte arraigo que tienen los descendientes del pueblo mapuche en la región magallánica. Pero, también tuvo que ver con las limitaciones que ofrece el sistema de salud pública chileno, que resulta ser bastante restrictivo y costoso para el tratamiento de las afecciones que sufren los sectores más desprotegidos de la población.
